Barcelona Regional gastó 2 millones en proyectos ruinosos en la época de CiU

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XABI BARRENA / J. G. ALBALAT / BARCELONA

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La auditoría de Barcelona Regional (BR) que en la tarde del jueves ha llegado a manos de los miembros del consejo de administración de la agencia, cara a su reunión del lunes, ha confirmado lo que era un secreto a voces. Según narran fuentes conocedoras del contenido de la auditoría, bajo la gestión de CiU, es decir entre otoño del 2011 y primavera del 2015, esta agencia metropolitana dedicada al estudio y proyecto de infrastructuras básicas para el territorio barcelonés se gastó dos millones de euros en proyectos claramente "antieconómicos" y ruinosos en el extranjero. Lo hizo, no solo a espaldas al Ayuntamiento de Barcelona y al Área Metropolitana de Barcelona, administraciones que le dan sustento, sino también a los órganos de gobierno de la propia BR. La fiscalía tiene abierta una investigación por las presuntas irregularidades.

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El presidente de BR fue, en ese periodo, Antoni Vives, teniente de alcalde de Hábitat Urbano del ayuntamiento. Él fue quien designó al arquitecto Willy Müller como director general de la agencia. Tras la aparición de la primera serie de artículos sobre presuntas irregularidades en BR en EL PERIÓDICO, Vives dejó su acta de concejal en la oposición y se pasó al sector privado.

Hasta el 2011, las siglas BR tenían un más que reconocido prestigio en el mundillo del urbanismo y las infrastructuras. Parida por Josep Antoni Acebillo, el padre del ‘modelo Barcelona’, es decir de la reforma radical que vivió la ciudad desde 1979, eran muchas las peticiones de ayuda que llegaban del extranjero. Según sus estatutos, esta agencia se prestaba a ayudar y asesorar a aquellas administraciones más allá de la región barcelonesa que tuvieran algún tipo de acuerdo con el ayuntamiento.

UNIÓN DE INSTITUCIONES

En el 2009, para dar curso a estas peticiones, BR crea, junto con el Consorci de la Zona Franca, el Port de Barcelona y la Fundación Abertis, una agrupación de interés económico BSUS, Barcelona Strategical Urban Systems, una especie de unión temporal, no de empresas, sino de instituciones. Con la llegada de Vives y Müller, y habida cuenta de que, a diferencia de BR, en BSUS no hay presencia del ayuntamiento barcelonés en el consejo de administración, la filial se convierte en una estupenda pantalla de las actividades de la cúpula.

Las conclusiones de la auditoría son demoledoras. De esos dos millones derrochados en proyectos antieconómicos de espaldas al ayuntamiento y al Área Metropolitana, 1,2 millones se abonan en nombre de BR y 800.000 en el de BSUS.

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Müller y Vives se lanzan a la búsqueda activa de clientes, especialmente en los países emergentes, los BRIC. A excepción de la ‘I’, India, BR encarga a terceros que les faciliten contratos en Brasil, Rusia y China (Hong Kong, en concreto). El total desembolsado por intermediaciones asciende a 260.000 euros. Los contratos que se cobran, a 280.000. Con esos 20.000 euros de diferencia, sin embargo, no se cubrieron los gastos en personal, viajes y varios, que se elevaron a más de 500.000.

EJEMPLOS ABRACADABRANTES

Los ejemplos son abracadabrantes. La participación de un concurso, de la mano de Ricardo Bofill, sobre cómo hacer crecer la ciudad de Moscú supusieron unos gastos de 270.000 euros, sin compensación alguna. Una terminal de cruceros en Río de Janeiro, pérdidas de 170.000.

El 'modus operandi' fue el que se acostumbra a dar entre empresas matrices y filiales. Bajo la forma de convenios, BR traspasaba dinero y recursos materiales a BSUS. Y, como se ve, ese dinero se invertía bajo criterios nulamente económicos, generando lógicas pérdidas. Al final, estas fueron tales que la Fundación Abertis decidió irse del entramado, seguramente al ver que ocurrían cosas, como mínimo, peculiares.

Y BSUS acaba a lo grande. Entre el 2012 y el 27 de noviembre del 2014, fecha en que se pone fin a BSUS, Barcelona Regional pierde casi un millón de euros con su filial.

530.000 EUROS DE DÉFICIT

El déficit de BSUS suma 188.000 euros de la etapa Acebillo (y porque el Gobierno griego no abonó una deuda de 180.000 por un proyecto en el aeropuerto de Atenas) y 530.000 de la etapa convergente. Y como reza la auditoria, el presidente de BSUS y de BR, Antoni Vives rechazó que el déficit lo asumieran las cuatro partes que integraban la filial. Quiso que BR se hiciera cargo por entero, liberando al Consorci, al Port y a Abertis, que no está claro que hubieran aceptado otro proceder. Se hace cargo de las pérdidas (200.000 euros), condona deudas que la filial había contraído con la agencia matriz liberando a los socios.

BR asumió unas pérdidas de más de 300.000 euros, entre los que cabe incluir los 130.000 de la aportación inicial y la renuncia a cobrar otros 190.000. El resto de socios perdió esos 130.000 del inicio.

Lo que no explica la auditoria es, sin duda, la pregunta del millón de rublos: ¿por qué tanto afán en emprender proyectos ruinosos en el extranjero?