Tres turistas agreden brutalmente a un vecino de Gràcia que les pidió que no chillaran

"¿Policía? ¡Yo soy un soldado americano y he estado en Afganistán!", le dijo uno de ellos antes de que le golpearan

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Tarek Ryan regresaba a casa, el pasado fin de semana, de madrugada. Vive en el corazón de Gràcia (Barcelona). En una esquina de la calle Torrent de l’Olla se topó con cinco hombres que discutían dando voces en inglés. Él nació en Jordania pero vivió durante 8 años en Inglaterra, de modo que no le costó ningún esfuerzo entender la conversación y distinguir dos acentos. Había dos catalanes que se manejaban bien en inglés y tres norteamericanos. Concretamente "del sur de los Estados Unidos", asegura. Los dos catalanes ya estaban de retirada. Tarek les pidió a los tres que se quedaban que bajaran el volumen “porque había vecinos durmiendo”.

Uno de los tres -que describe como un tipo bajo, rechoncho y de pelo rizado de un rubio “casi albino”- le respondió que se largara. Tarek se fue pero, mientras lo hacía, insistió en que si no bajaban el volumen “llamaría a la policía”. Pronunciar esa palabra -“police”- enloqueció al americano. El hombre se abalanzó sobre él mientras gritaba esto: “¿Police? I’m an american soldier! I’ve been in Afganisthan!” (¿Policía? ¡Yo soy un soldado americano y he estado en Afganistan!”). Lo último que recuerda Tarek es que trató de sujetarle las manos. Luego hubo un “fundido a negro”, dice este ingeniero de sonido de 38 años con formación en comunicación audiovisual. Con el primer puñetazo le dejaron inconsciente. No sabe cuántos golpes más siguieron al primero. 

Se despertó al cabo de unos minutos que no sabe calcular. “Estaba tumbado en el suelo y le molestaba la luz del sol”, tenía la cabeza apoyada en un charco de sangre. Se reincorporó como pudo, llegó a casa y entró en el baño. Se lavó la cara como pudo y se dio cuenta de que estaba destrozada. “Creía que me faltaba un diente, pero esa obertura en realidad era una fractura de toda la mandíbula”. Llamó a emergencias.

UNA SEMANA DE PESADILLAS

Jeena, su compañera, lleva cuidando de él desde que salió del hospital, donde ha estado dos días ingresado. Tiene la mandíbula rota por dos lados y el tabique nasal desplazado. “Le costaba mucho dormir porque el vendaje para protegerle la nariz le dificultaba la respiración”, relata esta educadora social de 39 años nacida en Canadá. “Lloraba, se ahogaba y tenía pesadillas”, explica. En la mesa del comedor se amontonan las medicinas para completar su recuperación.

Este viernes, cuando habla con EL PERIÓDICO, el dolor ha menguado y ya sabe que su cara con el paso de los días recuperará el aspecto de siempre. Tarek lo recuerda sonriente y asegura que no tiene miedo. Sin embargo, admite que sufrir una agresión tan repentina y salvaje junto a la puerta de casa le ha dejado “una sensación de inseguridad”. No quiere mezclar “las cosas” pero pide “una reflexión” ante sucesos como el que ha sufrido y “sobre el modelo turístico hacia el que avanza Gràcia”, un barrio en el que reside desde hace ocho años.

LOS MOSSOS INVESTIGAN LA AGRESIÓN

Tarek denunció los hechos el jueves por la tarde en una comisaría de los Mossos d’Esquadra, tal como los ha relatado a este diario. La policía catalana investiga la agresión y oficialmente remarca que no existe todavía ninguna prueba de que los tres agresores fueran soldados americanos. Más allá del hecho de que la propia víctima recuerda que al menos uno de ellos se identificó como tal.

El informe médico no sabe detallar cuántos golpes le propinaron. Podrían ser pocos y eso implicaría que la violencia de los puñetazos encajaría con los que lanza alguien entrenado para hacer daño, como un soldado.

El Consulado de Estados Unidos ha aconsejado a sus compatriotas que se mantengan lejos de Gràcia por los altercados que se han desencadenado tras el desalojo del 'banc expropiat'. Seguramente Tarek se reiría con ganas si oyera este consejo, porque quien agredió a este vecino de Gràcia fue probablemente un soldado norteamericano. Lo haría si no le doliera tanto la cara. 

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