SEGUNDO ANIVERSARIO DEL CONFLICTO

El futuro de Can Vies divide a los vecinos de Sants dos años después del desalojo frustrado

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Dos años después de la famosa imagen de la grúa ardiendo entre las ruinas de Can Vies que dio la vuelta al mundo, el ya icónico centro social okupado de Sants sigue en funcionamiento. Las incendiarias movilizaciones que prosiguieron al intento de desalojar el espacio, propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, lograron pararlo, y, después de una campaña de micromecenazgo en la que se reunieron casi 90.000 euros, el colectivo antisistema ha reconstruido la parte que quedó en pie tras la actuación policial.

Este mayo se celebra el 19º aniversario de la okupación, una celebración no compartida por todos en el barrio. Mientras para el Centre Social de Sants, entidad que actuó de mediadora entre ayuntamiento y okupas durante los altercados del 2014 (y sigue haciéndolo hoy), la permanencia del proyecto en el espacio nunca se ha puesto en cuestión, vecinos de las proximidades agrupados en la plataforma Adéu Can Vies piden su desaparición. Quieren que se ejecute el plan de consenso del 2006 para la urbanización de los alrededores del cajón de Sants, plan que prevé su demolición.

CONSULTA VECINAL

“Nadie quiere ponerle el cascabel al gato”, asegura Jordi Clausell, líder vecinal de Sants, quien apuesta por una consulta. “La solución sería hacer una consulta entre los vecinos para decidir el futuro del espacio y medir el apoyo real al centro”, apunta Clausell, quien insiste en que esa medida solo tendría sentido si "todos" respetaran su resultado. Josep Maria Forcada, de la plataforma Adéu Can Vies, reconoce a los okupas otra actitud en esta nueva etapa –“ya no hacen fiestas hasta las cinco de la mañana”-, pero se reafirma en que hay un plan urbanístico aprobado para el lugar que incluye una zona verde y una rampa para hacer más permeable el cajón de Sants “que benefician a todos". "Hay que ejecutarlo".

A ojos de un enfadado Pepo Mediavilla, miembro de la asociación de vecinos de Badal, el traslado del centro okupa al equipamiento previsto por el citado plan de consenso en el edificio que actualmente acoge los transformadores del metro, a pocos metros de Can Vies, sería una solución viable, porque permitiría mantener un espacio para los jóvenes y ejecutar el plan. Pero moverse de Can Vies no es una alternativa válida para los okupas.

APOYO A LA RECONSTRUCCIÓN

Una voz del centro social okupado apunta que han reconstruido el edificio gracias al esfuerzo colectivo (no solo ecónomico; las obras las han hecho los antisistema con sus propias manos), y no está en su agenda irse.

No se pronuncian sobre la posibilidad o no de abrir la famosa rampa sobre el lugar. "No nos metemos en cuestiones urbanísticas. Pero el parque sobre el cajón está casi acabado y nuestra presencia no ha supuesto ningún problema", defiende subrayando que los usuarios de Can Vies -ya no hacen grandes fiestas, pero sí talleres, charlas y presentaciones de libros-, también son vecinos del barrio. "El intento de desalojo fue un ataque brutal contra todo lo que representa Can Vies, y el apoyo de tantas y tantas personas para defender el espacio y hacer posible su reconstrucción nos hizo ver la fuerza que teníamos, de la que ni nosotros mismos éramos conscientes", explica Irene Jaume, miembro de la asamble de Can Vies cuando se produjo el intento de desalojo.   

Sobre el futuro, los okupas no se hacen ilusiones. “Ni con este ni con cualquier ayuntamiento”, prosigue una voz del colectivo. En eso coinciden defensores y detractores. “Somos conscientes de que en el pasado los vecinos habían sufrido molestias, -admite- pero hemos adaptado nuestra programación”. “Can Vies es una institución en el barrio”, concluye.

COMPATIBILIDAD

Opina igual el teniente de alcalde Jaume Asens, hasta este miércoles concejal del distrito. Al ser requerido por la cuestión en varios órganos de gobierno durante el año que lleva de mandato, ha respondido siempre que la voluntad del gobierno de Ada Colau es “hacer compatible la rampa prevista y el mantenimiento de Can Vies, referente en el barrio y la ciudad”.

Josep Maria Domingo, presidente del Centre Social de Sants, asegura que su entidad trabaja activamente en “una solución que satisfaga a todas las partes”. Siempre ha defendido la compatibilidad de la rampa y Can Vies introduciendo pequeñas variaciones, compatibilidad que los detractores ven imposible. Los técnicos tendrán ahora -si finalmente deciden ponerse manos a la obra- la última palabra.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Un plan larganente negociado","text":"El enorme caj\u00f3n de hormig\u00f3n junto al que sobrevive Can Vies sigue siendo una herida abierta en el barrio. Tras el fracaso de la batalla vecinal por el soterramiento de las v\u00edas del tren y el metro, el eje de comunicaci\u00f3n ferroviaria se cubri\u00f3 con un enorme caj\u00f3n que segu\u00eda siendo frontera entre barrios. Despu\u00e9s de a\u00f1os de negociaciones, en el 2006 se logr\u00f3 un plan de consenso aprobado por gobierno (entonces socialista), oposici\u00f3n y vecinos. El plan preve\u00eda convertir el caj\u00f3n en rambla, con una rampa\u00a0para cruzarla en varios puntos. Uno de ellos daba a la parte ahora derribada de Can Vies. Con la llegada de los convergentes al poder intentaron cambiar el plan acordado, lo que provoc\u00f3 el enojo de las asociaciones vecinales, que lograron que Trias volviera al plan inicial."}}