Los ultimos desterrados de la Mina

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Al gitano Antonio Fernández le apodaron ‘Yoyo’ y se casó con Aurora Cortés, apodada ‘Bonica’, en Madrid. Juntos vinieron a Barcelona y, si las fechas cuadran, lo hicieron durante la postguerra más cruda. Cruzaron España para hacerse un hueco entre las barracas del Somorrostro, un terreno que amontonó miseria hasta que la ciudad se la sacudió de encima a mediados de los años cincuenta. Los Fernández Cortés se realojaron en Montjuïc, cerca del estadio, y después de allí se marcharon a Sant Roc (Badalona). Cuando se construyó la Mina (Sant Adrià de Besòs), los Fernández Cortés echaron raíces definitivamente.

Tuvieron 12 hijos aunque uno de ellos, una niña, falleció al poco tiempo. Los 11 hermanos -hombres y mujeres- se fueron casando y tuvieron, a su vez, más hijos. Con el paso de los años, tejieron la familia más numerosa de la Mina, con casi un centenar de miembros. Según cuentan, a pesar de vivir muy cerca de gitanos que “traficaban con droga”, ninguno de ellos se mezcló en estos negocios.  Son “comerciantes, chatarreros o vendedores ambulantes”, trabajadores humildes que se compran coches que no valen “más de 3.000 euros”, aseguran.

‘Yoyo’ les inculcó el hábito de ir siempre bien afeitados mientras estuvieran bajo su techo porque la única barba de la casa debía ser la suya. Y ellas mientras siguieran solteras tenían que llevar el pelo siempre recogido en una trenza. No eran leyes gitanas. Eran sus propias leyes, las de una familia que pertenece al clan de los Pelúos, la más odiada ahora por los Baltasares, la que más de cuatro meses después del asesinato del Port Olímpic asesinatoPort Olímpic sigue desterrada y oculta en distintas ciudades de la corona metropolitana de Barcelona.

CANSADOS DE HUIR

Les llaman Pelúos porque uno de sus antepasados lució un abrigo de piel que le valió el apodo de “peludo”. Enseguida la “d” dejó de pronunciarse y a todos los miembros de su descendencia los reconocieron como integrantes del clan de los Pelúos, uno de los más numerosos de España, con presencia en prácticamente todas las comunidades autónomas. Los hermanos pelúos de 'Yoyo', que como él vinieron a Catalunya desde Madrid, formaron otras familias pelúas en Badalona Santa Coloma.

Este diario se ha reunido con cuatro de los pelúos Fernández Cortés de la Mina, tres mujeres y un hombre. Prófugos “que no huyen de la justicia” de un conflicto con los Baltasares. La cita es a media tarde en una cafetería de un Carrefour de una ciudad que piden que no se especifique. Es aquí como podría haber sido en cualquier otro lugar. “Sin nombres”, aclaran antes de comenzar una entrevista que responden entre todos:

-¿Dónde estáis viviendo?

-Te lo diremos pero no puedes publicarlo.

-¿Tenéis miedo?

-Ya no. Ahora estamos cansados de huir. Queremos denunciar que se han olvidado de nosotros. Nos odian.

El crimen de la discoteca Nirvana del Port Olímpic de Barcelona lo perpetraron miembros de los clanes PelúosZorrosCascabel y Manuel contra un hombre de 26 años del clan de los Baltasares. Su muerte, el 24 de enero, provocó una diáspora en la Mina y en el barrio de Sant Roc que ahuyentó a 500 personas, emparentadas con los agresores. Transcurridos tres meses, pudieron regresar todos los Zorros y los Cascabel. Cuando se cumpla medio año, podrán volver los Manuel. Pero nadie les ha dicho nada a los Pelúos, que no saben si podrán volver “algún día” a su hogar. “No quiero vivir en un sitio en el que no pueda estar tranquila mientras mis hijos juegan en la calle, sufriendo por si en algún momento alguien decide hacerles daño”, explica una de ellas. “Cuando un gitano quiere vengarse, lo hará y no le importará con quién tenga que hacerlo”, le justifica el único hombre que se sienta en la mesa. Por eso, sin dar todavía por perdida la opción de regresar a la Mina, priorizan hallar una solución que les permita volver a echar raíces sin ningún temor. 

VOLVER A EMPEZAR

“No nos hemos dirigido nunca a los Baltasares, ni lo haremos hasta que ellos decidan hablar con nosotros. Es una muestra de respeto, una forma de comprender su dolor”, insiste el hombre. Si hablan con este diario es porque quieren “denunciar” otra cosa: la inacción "de la Generalitat y de las instituciones gitanas, como el consejo de ancianos". "Nos han ignorado y no nos ayudan", protestan. Sus condiciones de vida, con menores a su cargo que acumulan los días sin escuela y con enfermos muy lejos de sus médicos de confianza, comienzan a ser “insoportables”, avisan.

Se quejan de que la falta de respuestas de las administraciones les “ha obligado” a ‘okupar’ pisos vacíos en distintas localidades metropolitanas porque, según dicen, no tienen recursos para pagar un alquiler. Pinchan la luz y el agua y también discuten con los operarios que vienen a cortársela.

Los Pelúos aseguran que están “desesperados” y, aunque entienden el daño que algunos de los suyos le causaron a Ramona, la madre del baltasar asesinado en el Port Olímpic, quieren que la justicia siga su curso y piden a las autoridades que actúen. “Los Baltasares no tienen que sufrir, si nos cruzamos con ellos sea donde sea, no les daremos la cara, nos iremos nosotros. Si ahora mismo entrara en este Carrefour uno de ellos, nos iríamos nosotros, por respeto”, prometen.

Más de cincuenta años después de que ‘Yoyo’ y ‘Bonica’ llegaran a Barcelona, los once hermanos Fernández Cortés vuelven a buscar su lugar en Catalunya, mientras tratan de aclarar si podrán regresar a la Mina.