¿Alguien se acuerda de 'Strong'?

El Cercle Artístic de la calle Mercaders ha acogido esta semana la presentación de 'La aventura de Strong. Historia de una revista juvenil de culto'

Strong

Strong / periodico

RAMÓN DE ESPAÑA / BARCELONA

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Si no les importa, empezaré este artículo respondiendo a la pregunta del titular: "sí, ¡yo!". Y unos cuantos más, como se pudo comprobar hace unos días en el Cercle Artístic de la calle Mercaders durante la presentación de 'La aventura de Strong. Historia de una revista juvenil de culto', que ha editado el librero Albert Mestres –cuya tienda de la Vía Layetana, Continuará, cumple ahora 36 añitos- en homenaje a ese tebeo que, pese a su corta vida (1969-1971), dejó un gratísimo recuerdo en quienes lo comprábamos cuando teníamos 13 o 14 años. Que éramos, por cierto, los que nos habíamos acercado al Cercle, ya que, como ironizó el presentador del acto, Joan Navarro, daba la impresión de que se había prohibido la entrada a los menores de 50.

Junto a Navarro y frente al micro, los padres de la criatura, ya talluditos, se mostraban orgullosos de ella y lamentaban su temprana desaparición, debida, según nos explicaron, a turbios tejemanejes entre la editorial y el banco que la respaldaba. Rai Ferrer (Burgos, 1942) y Miguel Agustí (Barcelona, 1945) fueron los responsables, respectivamente, de la parte gráfica y literaria de la publicación, que se nutría en gran medida de material franco-belga de la editorial Dupuis. Algunas series ya eran conocidas del lector catalán gracias a 'Cavall Fort', pero 'Strong' las puso a disposición del resto de España y, de paso, de quien esto firma: en casa nunca entró 'Cavall Fort', probablemente porque mi padre consideraba que eso era darle armas al separatismo, y yo me pasé la última infancia observando con envidia a los amigos que lo recibían cada semana, aunque en esos lejanos tiempos uno no hablaba una palabra de catalán y apenas podía leerlo, gracias a los esfuerzos combinados de sus progenitores y la inmersión lingüística del momento, que era igual de absurda y nefasta que la actual, pero en castellano.

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Por eso, cuando apareció 'Strong', vi la oportunidad de desquitarme y de recuperar el tiempo perdido, leyendo en el único idioma que entendía las aventuras de' Jan i Trencapins', los 'barrufets' y demás glorias de la historieta franco-belga. Y como guinda del pastel, se perdió por el camino 'La patrulla dels castors' –una indigesta serie protagonizada por 'boy scouts' uniformados que siempre he considerado un baldón en la impecable hoja de servicios del guionista Jean-Michel Charlier, el papá del teniente Blueberry- y apareció 'Lucky Luke', el hombre que disparaba más rápido que su sombra.

LOS PITUFOS

Gracias a 'Strong', toda España supo de la existencia de los pitufos, que es como los bautizó Miguel Agustí, aunque nunca registró el nombre, como nos comentó en la presentación del libro con cara de seguir lamentándolo a día de hoy. Se inspiró en la palabra Patufet, que primero derivó a Patufo y luego, tras desdeñar las demás vocales porque el resultado no le sonaba bien, se quedó con la i: pitufo. Hasta nos largó un breve discurso en pitufo para que viésemos que se había tomado el tema muy en serio (y luego nos lo tradujo al castellano).

La presentación de 'La aventura de Strong' tuvo un inevitable carácter nostálgico, pues todos los allí presentes recordábamos la ilusión con que nos propulsábamos el día que salía nuestro tebeo favorito (que ya no recuerdo cual era, por cierto). Entre ellos, mi viejo compadre de Can Culapi, Toni Olivé, al que me encontré en la entrada disfrutando su vida de jubilado a medias, pues aún ensaya y actúa de vez en cuando con su grupo, Melodrama, que fue durante un tiempo la banda de acompañamiento del gran Jaume Sisa. Según él, el día que salía el 'Strong', íbamos juntos al quiosco a comprarlo, cosa que yo no recordaba. Lo que nunca se me ha ido de la mente es que su semanada era superior a la mía y eso le permitía comprar con frecuencia la revista francesa 'Pilote', que se nos antojaba el colmo del lujo y del respeto a la historieta en comparación con los zarrapastrosos tebeos españoles de la época.

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En ese sentido, también 'Strong' fue pionero. Las portadas eran magníficas. El color de las historietas nunca estaba fuera de registro. Las traducciones eran buenas. El rotulado nada tenía que ver con los globos escritos a máquina de las publicaciones de Bruguera. Gracias a Ferrer Agustí, Strong fue el primer tebeo que trató a los preadolescentes españoles con respeto, y ambos, según nos contaron, tenían planes para más revistas cuando les chaparon el invento y, con perdón, les jodieron la vida. Ferrer siguió dibujando y diseñando. Agustí adoptó el alias de 'Marqués de Esade' y se encargó de 'El burladero', una sección humorística de 'La Vanguardia' que ya no existe. Toni y yo hicimos a medias algunos cómics que, entre mis guiones y sus dibujos, daban más pena que otra cosa (aunque Navarro, en su infinita bondad, nos editó un tebeíto desde el Club de Amigos de la Historieta, atrabiliaria entidad ya fenecida). Todos sobrevivimos a la muerte de 'Strong', pero con cicatrices.