RETOS DE MOVILIDAD A LOS PIES DE MONTJUÏC

¿Por dónde pedaleo?

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Hay detalles, más allá de las actitudes, de unos y de otros, que indican que Barcelona todavía está lejos de la plena integración de la bicicleta. En la plaza de Espanya es fácil darse cuenta de ello, sin ser demasiado quisquilloso. Son pequeñas chapuzas urbanísticas, deformaciones del espacio público que están a la vista y que los usuarios terminan por asimilar, como quien convive con la gripe y no hace nada para combatirla. Porque total, la bici, como el agua que cae por la montaña, acaba siempre por encontrar un camino para seguir adelante.

Los carriles bici que llegan desde las calles adyacentes mueren sin continuidad, pero eso no es ninguna novedad en una ciudad en la que de un tiempo a esta parte se primó más por la cantidad que por la calidad. Esos 'cul de sac' se sortean con improvisación, si se pasa por primera vez, o con hábitos adquiridos, en el caso de los repetidores que ya tienen una ruta trazada, la que dieron por buena el primer día. Uno de ellos, el de Tarragona, acaba asido a una heladería que le quita toda la visiblidad de la plaza por el lado este. 

En Gran Via dirección Zona Franca, en el lado montaña, hay una parada de autobuses en la que se detienen una quincena de líneas, dos de ellas, de la red ortogonal. Está justo delante de la puerta del colegio Francesc Macià y muy cerca de una parada del Bicing y de la estación de los Ferrocarrils, lo que propicia la intermodalidad del transporte. Hasta ahí, bien. El problema es que está situada justo encima del carril bici, sin que señal alguna lo inhabilite o explique las razones. Sin carril provisional ni alternativa. Esta situación provoca que los ciclistas tengan que sortear la marquesina, pedaleando a escasos metros de la salida del colegio, con el riesgo que esto comporta. ¿Qué pasaría si uno de ellos se lleva por delante a un niño que sale a la carrera?

DOBLE CARRIL BICI

En el enganche de Paral·lel con la plaza de Espanya se produce un fenómeno insólito en la capital catalana: el ciclista dispone de dos carriles bici: el nuevo, instalado en la parte central, entre los dos sentidos de circulación, y el viejo, pegado a la comisaría de los Mossos. Ambos, bidireccionales. La reforma de esta avenida que conecta Fira de Barcelona con el puerto no se ha cerrado a la espera de rematar los dos extremos. Así lo decidió el gobierno de Ada Colau a mitad de octubre. Las obras se pararon para que la ciudadanía pudiera participar en la definición del proyecto. Y hasta hoy. 

Honroso motivo que, sin embargo, ha generado que esta rocambolesca situación se dilate en el tiempo. El problema, apunta un mosso que vigila la entrada del aparcamiento de la comisaría, es que el la pintura negra que el ayuntamiento usó para cubrir las líneas del carril bici ha desaparecido. "Debía ser de mala calidad", sostiene el policía. Así las cosas, el vial ciclista anulado, que pervive entre la plaza y la calle de Llançà, ha vuelto a florecer. Es justo admitir que hay una señal vertical, a unos tres metros de altura, que indica que ese es un pasillo para "servicios y policía", pero son pocos los que la ven y es habitual ver a ciclistas por este corredor. "Cada día avisamos a unos cuantos, pero no dejan de pasar", aporta el mosso, resignado. Un portavoz del consistorio asegura que si la reforma se alarga, "se hará una actuación provisional para solventarlo y que no dé lugar a confusiones". El problema es que esa solución temporal ya se llevó a cabo, y no ha funcionado.