BARCELONEANDO

Atalaya de la escena 'queer'

El Palomar no es una sala de arte al uso: allí se da voz a los artistas y prácticas disidentes

R. Marcos Mota y Mariokissme, en uno de los rincones de El Palomar.

R. Marcos Mota y Mariokissme, en uno de los rincones de El Palomar. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Nada es lo que parece. El Palomar no alberga palomas, o por lo menos no alberga palomas al uso. Y una fiesta puede ser aparentemente eso, una fiesta, pero también una práctica artística y un lugar para generar pensamiento. Tampoco el Poble Sec era o es tan seco como aparenta, o quizá lo suyo es afirmar que fue vergel hasta que la industria lo deshidrató en el siglo XIX.

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Todo ello viene a cuento porque en una de las azoteas del barrio, en dicho Palomar, las aves que anidan no se alimentan de grano sino de prácticas disidentes con objetivo de hacer visible lo invisible: los artistas y discursos 'queer'. Y porque una de sus últimas iniciativas tuvo su punto álgido días atrás en una sala también del barrio, Hiroshima. Llevó por título 'Hedonismo crítico' y se presentó como una macrofiesta llena de 'performances'. Fue fiesta, sí, pero también fue momento seminal de lo que ahora llega: la reflexión sobre la fiesta como territorio artístico, conceptual y de política 'queer', la tercera de las exposiciones, en este caso inexistente como tal, del ciclo 'Cuando las líneas son tiempo', comisariado por Martí Manen y avalado por el Espai 13 de la Fundació Miró.

'Hedonismo crítico' fue un momento intenso, por decirlo de alguna manera, por ahí desfilaron multitud de 'performers', desde la mezcla 'queer', punk, 'drag' y posporno con sonido funk de Solange tô aberta hasta la increíble miniexposición de cuadros dentro de un orificio humano, como su nombre indica: 'Arte enANO', de María PerkancesLa organización corrió a cargo del equipo de El Palomar, Mariokissme y R. Marcos Mota, y la posterior reflexión, que no exposición, de ese intenso momento sucederá, hasta junio, en la azotea que habitan que es más que una sala de arte, es un posicionamiento político y un replanteamiento institucional desde el que se revisa lo invisible: la escena 'queer'. 

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"La teoría 'queer' parte de una experiencia que no es binaria, hombre o mujer, y que no es el orden a partir del cual se organizan el Estado y la sociedad. La teoría 'queer' dice que hay otras experiencias, subjetividades y posibilidades que el capitalismo de Estado se encarga de aplastar y bloquear constantemente", afirman las dos promotoras. Así, en femenino, como hablan ellas por la voluntad de identificarse con unas genealogías feministas y por la voluntad de una desidentificación masculina.

RATAS VOLADORAS

Plantean la reivindicación desde el arte, cuestionando y rompiendo las jerarquías de las prácticas artísticas. Así que cuando se traspasa la puerta de El Palomar, uno no se encuentra con una exposición al uso sino con un relato oral, cercano y  emocional de lo que fue 'Hedonismo crítico' de la mano de dos personajes que uno no sabe si son artistas, comisarias, directoras... Y esta es una de las gracias y revoluciones de El Palomar. Para vivirlo y saber más sobre lo ocurrido y su reflexión, lo suyo es quedar con ellas (vuelanpalomas@gmail.com) y llegar con la mente muy abierta.

Empezaron hace tres años con la exposición 'Lo más revolucionario hoy es ser casto o tener una vida sexual frustrante' y desde entonces han sobrevolado la Bienal de Venecia y recuperado figuras olvidadas, excluidas y ocultadas del canon oficial. Lo hicieron con Ismael Smith con la colaboración del MNAC, que en noviembre le dedicará una exposición; con Mario Montez y ahora están con Alberto Cardín. "Recuperar una memoria marginada es casi una justicia histórica", exclaman desde El Palomar.

Espacio que ignoran si se dedicó a la colombofilia pero que ellas bautizaron así como metáfora de nido de las prácticas artística frágiles y como metáfora de lo mal vistas que están las palomas: "Casi unas ratas voladoras que parecen una plaga, y que son percibidas como una amenaza corrosiva contra el patrimonio cultural y arquitectónico". Son ellas, y no son 'underground' sino 'overground'.