Uno de cada tres niños catalanes vive en un alojamiento precario

Familias que han perdido su casa por impago se alojan en habitaciones realquiladas o locales comerciales, u ocupan pisos

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TERESA PÉREZ / J. G. ALBALAT / BARCELONA

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Los datos que manejan las entidades sociales revelan que uno de cada tres niños (33%) vive en Catalunya en un alojamiento precario. La crudeza de esta cifra no refleja todo el lastre emocional y económico que esconde. A la pérdida del hogar, se une el vértigo que produce buscar un nuevo techo, y más si hay menores, si no se logra un difícil alquiler social. 

Los sucesivos desalojos han llevado a muchas familias a ir bajando escalones hasta acabar viviendo en locales comerciales, sin agua ni luz,  pero no se atreven a poner voz a su penuria "por miedo a que les retiren la custodia de los hijos". Otras se han cobijado en habitaciones realquiladas o han ocupado pisos vacíos propiedad de bancos. Según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Catalunya ostenta el récord de desahucios: el 23% del total nacional.

MÁS OCUPACIONES

Tras el desalojo, algunas familias ocupan viviendas porque "entre vivir en la calle u ocupar el piso de un banco, está claro lo que hay que hacer", señala Carlos Macías, portavoz de la PAH. Pero entraña riesgos: "Siempre debe haber alguien en casa para impedir desalojos o que otra familia ocupe el piso", explica Mario Cuixart, vicepresidente de Federació de Entitats de Atenció a la Infància i Adolescència.

La Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana ha avisado a los vecinos de que "no abran la puerta a los bancos porque van a meterles miedo. Hay bloques donde solo quedan dos o tres familias, el resto son desahucios", explica Filiberto Bravo, presidente de la entidad. Las ocupaciones han aumentado desde principios de año. "Hay un efecto llamada", apunta Bravo. Los bancos son dueños de mil de los 4.700 pisos del barrio, según la entidad. 

Algunas familias desalojadas, generalmente monoparentales, acaban viviendo con quien pueden en habitaciones realquiladas. Los niños están "en un entorno poco protector, con relaciones poco sanas", señala Cuixart. A estas madres con trabajos precarios, cuando les ofrecen hacer algunas horas, temen a dejar solos en casa a sus hijos con desconocidos.

 monoparentales

Los asistentes sociales recuerdan que tantas mudanzas modifican la conducta de los niños y provocan "desconcentración o un alto nivel de agresividad. Porque por algún sitio deben sacar el estrés", señala Cuixart. Las entidades no ven atisbos de mejora económica: "La situación se ha cronificado" y los vecinos añaden: "Muchos inmigrantes lo han perdido todo y han vuelto a su país”. La población de Ciutat Meridiana ha descendido un 30% por la crisis.