Los señores de las calles

La Ponencia del Nomenclátor puede nominar espacios con cuentagotas, mientras que durante el franquismo fue un festival (desperdiciado)

Lluís Sanz, Núria Burguillos y Carles Vicente.

Lluís Sanz, Núria Burguillos y Carles Vicente.

RAMÓN VENDRELL / BARCELONA

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En el barrio de la Guineueta, en el distrito de Nou Barris, hay un chiste muy bueno. Existen allí las calles de la Guineueta, de la Gasela, del Isard, del Esquirol Volador y del Castor. Ahora viene la 'punch line': su eje es la rambla del Caçador. 

Lluís Sanz, director de Información de Base y Cartografía del Instituto Municipal de Informática, nacido en la zona, recuerda que la calle del Esquirol Volador se llamaba solo de la Ardilla antes de la traducción al catalán en la década de 1980 de los nombres de las avenidas, bajadas, bulevares, caminos y así hasta 36 tipos de espacios públicos de la ciudad. Primero especula con la posibilidad de que maldita la gracia vivir en la calle del Revientahuelgas. Pero para salir de dudas se levanta y regresa a la mesa con un ejemplar del 'Diccionari Nomenclàtor de les vies públiques de Barcelona', de Jesús Portavella. Es la biblia del asunto. Voilà, misterio resuelto. Ya existía desde 1865 en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, en Ciutat Vella, la calle del Esquirol. De modo que a la ardilla advenediza se le hizo volar y santas pascuas. 

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Pese a lograr voluntaria o involuntariamente un gag, lo de la Guineueta fue un desperdicio. Como si fueran colonos, los responsables de bautizar las calles de las numerosas barriadas edificadas durante el franquismo tenían la oportunidad de lucirse. No fue el caso. Ahora, en cambio, se nominan con cuentagotas. Y lo que se nomina son sobre todo huertos, jardines, pasajes, pasos y otros espacios de poca entidad. De ello se ocupa la Ponencia del Nomenclátor. Entre el 2000 y el 2010 aprobó 350 nombres y del 2011 al 2013, 90. Ni mucho menos han recibido ya todos su atajo, era, escaleras o espigón. 

La Ponencia del Nomenclátor está presidida por Gerardo Pisarello y cuenta con 12 vocales, entre ellos Sanz Carles Vicente, director de Memoria e Historia del Instituto de Cultura de Barcelona. Completa el trío que da la cara Núria Burguillos, secretaria de la Ponencia. 

FRACASO TRAS FRACASO

Cualquier barcelonés puede presentar candidatos. Hay otras normas, pero la más importante es que si se presenta la candidatura de una persona esta no podrá tener ronda, rotonda o torrente hasta pasados cinco años de su muerte a menos que hubiera recibido la Medalla de Oro de la ciudad. Puntúa mucho que fuera de Barcelona o tuviera una vinculación importante con la urbe y no está de más que el padrino argumente la propuesta.

A ver si hay suerte. ¿Tienen entre los candidatos a Antonio Gonzálezel Pescaílla, coloso de la rumba? "No, pero las asociaciones gitanas de Gràcia deberían proponerlo", dice Vicente. ¿Y a Francisco Casavella? Tampoco. ¿Y a EscobarJorgeRaf Vázquez, genios de la escuela Bruguera? Nanay.

El primer error ha sido plantear nombres de hombres. En Barcelona hay 4.518 calles. Aproximadamente el 50% están denominadas con topónimos o nombres genéricos, de oficios, de cosas... El otro 50% están designadas con nombres de persona, y solo el 7% de estas calles tienen nombre de mujer, santas y vírgenes incluidas. Así que ahora se eligen nombres de mujer principalmente. 

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El segundo error ha sido plantear nombres relacionados con la cultura: ya hay muchos.

Una mujer, a poder ser relacionada con el movimiento obrero, libertario o vecinal, tendría bastantes más posibilidades en el mandato de Ada Colau.       

"El problema es que a menudo nos vemos obligados a encerrar a las mujeres entre cuatro paredes", dice Vicente. Se refiere a interiores de manzana, de los pocos espacios que van saliendo. Ojalá tarde muchos años en poderse hacer efectiva, pero esta proposición es irrechazable para uno de esos sitios: Irma Thomas, intérprete del sobrecogedor número de deep soul 'These four walls'. Mujer, negra y luchadora.