Recuerdos de la edad de plástico

Decía Scott Fitzgerald en 'El gran Gatsby' que el peor momento en la vida de un hombre es cuando ve que su mundo y se desmorona y lo único que puede hacer es limitarse a observarlo. Esta observación tanto sirve para las grandes desgracias como para las pequeñas. En este sentido, el cierre definitivo de Discos Castelló forma parte para algunos -entre los que me cuento- de los pequeños mundos que se desmoronan, que son muchos de un tiempo a esta parte: el cierre de librerías, la pérdida de relevancia del cine, la rentable infantilización de los cómics... 

Hay toda una serie de elementos culturales que no han encajado muy bien el progreso y que, aunque hayan hecho mucha compañía a varias generaciones, ya no se la hacen a las actuales, que pueden vivir muy bien sin ellos. Tampoco es cuestión de dramatizar: las cosas son así y no hay nada que hacerle; y a lo mejor, es una medida preventiva de la que se sirve la vida para que cada día te vayas sintiendo más incómodo y lamentes menos desaparecer cuando te llegue la hora. Quién sabe. En todo caso, a mí -que soy de natural paranoico-, todo me parecen señales encaminadas a indicarme que vaya haciendo las maletas y poniendo mis asuntos en orden: el mundo es de los jóvenes y yo ya no lo soy.

Las tiendas de discos de Barcelona se aferran al vinilo y la especialización

UN CUCHITRIL

Siempre queda el recurso, claro está, de echar la vista atrás y recordar los tiempos en que las tiendas de discos fueron importantes en Barcelona. Las de Castelló, especialmente, desde que empecé a visitar la primera a principios de los 70, que era un cuchitril en una planta baja de la calle Tallers. Pero también me acuerdo de Star Records, en la Via Laietana, de Juan José Fernández, editor de la revista alternativa 'Star'. 

Llamo a Juanjo para que me refresque la memoria: "Estuvo abierta de 1980 a 1983, hasta la aparición del cedé, que hizo que bajaran las ventas de vinilos porque la gente esperaba a tener el disco en lo que entonces se consideraba un soporte definitivo. Y ya ves lo definitivo que ha sido... Yo creo que Star Records fue un gran espacio para la época. Importábamos discos, traíamos 'badges' de Londres que el Flowers adquiría con asiduidad, cuidábamos los escaparates -hubo uno estupendo de Ouka Lele-, proyectábamos videoclips en un VHS cutre del momento y teníamos todas las revistas modernas extranjeras, como 'The Face' o 'Blitz'. También era un centro de encuentro". 

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Juanjo Fern\u00e1dez","position":"FUNDADOR DE STAR RECORDS","text":"Import\u00e1bamos discos, cuid\u00e1bamos los escaparates, proyect\u00e1bamos videoclips y ten\u00edamos todas las revistas modernas extranjeras"}}Gay Mercader también tuvo su propia tienda, en la calle Hospital: "La debí montar hacia 1976 o 1977, y la cerré hacia el 80, calculo. Yo no servía para tendero, pero en aquellos tiempos había que hacer toda clase de papeles si querías que se hiciera algo. Yo montaba conciertos, tenía una revista, 'Disco Exprés', y pensé, pues venga, ahora una tienda de discos. Me lo pasé bien pinchando, sobre todo el 'Raw Power' de Iggy y los Stooges. Y mi socio Luis Rubira hizo algunos escaparates sensacionales. Pero la verdad es que me cansé enseguida y dejé la tienda en otras manos, primero Jordi Tardà y luego Jaume Pujagut".

De hecho, la edad dorada de las tiendas de discos en Barcelona es la anterior al cedé, la edad de plástico. Coincidió con la transición política y conformó una serie de espacios juveniles de mucho fuste. A rebufo de Castelló, surgieron otras tiendas que hicieron de la calle Tallers un interesante recorrido que podía ocuparte una gran parte de la tarde del sábado. Actualmente, apenas queda algo más que Revolver, donde aún se toman la molestia de traer una o dos copias de esos discos que no interesan prácticamente a nadie. 

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El problema de las tiendas que nos quedan es que se han convertido en un pez que se muerde la cola. Como la gente no compra discos, las importaciones disminuyen; y entonces el cliente, digamos, selecto nunca encuentra lo que ha visto reseñado en la prensa británica y lo acaba pidiendo a Amazon. Es lo que hay y lo aceptaremos, aunque algunos tengamos la impresión de que nuestro mundo se desmorona y lo único que podemos hacer es observarlo.