TEST METROPOLITANO
"Al Ikea en metro"
TMB realiza una prueba piloto con 2.100 voluntarios para analizar aglomeraciones de pasajeros en las nuevas paradas de la L-9
Cristina Savall
Periodista
CRISTINA SAVALL / BARCELONA
"Ni a coger un avión ni a la Fira, tú y yo utilizaremos este metro para ir al Ikea", le comenta, riendo, una señora a su amiga, dos de las 2.100 personas voluntarias que han participado la mañana del sábado en la prueba piloto de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) para estudiar cómo resolver posibles aglomeraciones de pasajeros en el nuevo tramo de la L-9 Sud entre el aeropuerto de El Prat y la parte alta de la Diagonal.
Las paradas Zona Universitària, Collblanc, Torrassa, Can Tries/Gornal, Europa/Fira, Fira, Parc Logístic, Mercabarna, Les Moreres, El Prat Estació, Cèntric, Parc Nou, Mas Blau, Aeroport T2 y Aeroport T1 abrirán sus puertas el 12 de febrero, 10 días antes de la próxima edición del Mobile World Congress, que se celebrará en Barcelona del 22 al 25 de ese mes.
A las 9 de la mañana de este sábado, una larga cola aguarda ante la estación de Collblanc de la L-9. Los vecinos de L'Hospitalet no entienden nada. "¡Si no abren hasta el próximo mes!", grita un señor que fuma un cigarro en la puerta de una cafetería. Un guardia urbano le cuenta que se trata de 700 voluntarios que participan en un simulacro. A la misma hora, otros 700 se congregan en la parada de Torrassa, y el mismo número, en Cèntric. Ya dentro del convoy que funciona automatizado sin conductor, el primer vagón sorprende por la ausencia de cabina. Solo un cristal con vistas al túnel, que recuerda a la mítica primera escena de 'Europa', de Lars von Trier.
LAVABOS EN EL PASILLO
El destino del grupo de Collblanc es bajar en La Fira y descubrir boquiabiertos, que el vestíbulo, por su luminosidad y anchura, es digno de una terminal de aeropuerto. "Pero si hasta hay lavabos", cotillea una joven a su novio. "Espérame que entro", le dice. Se mira en el espejo y se lava las manos como si estuviera en una suit del Hotel Arts. Y no es la única, ya empieza a haber cola para hacerse un selfi en el primer aseo visto en un metro de Barcelona, cuyos gastos corren a cargo de Fira de Barcelona.
La señalización es trilingüe; catalán, inglés y castellano. Se simula casi todo, empezando por la acumulación de viajeros en la hora punta del cierre de la Fira. Hasta las maletas que arrastran los que vienen del aeropuerto y las bicis plegables de algunos pasajeros son de atrezo, como en un rodaje. Pero a diferencia de la vida real, en esta prueba no participan carteristas, no se ve ningún perro, ni vendedores de pañuelos de papel, ni mendigos, ni acordeonistas.
Ricard Riol, presidente de la Associació per a la Promoció del Transport Públic, señala que la inauguración de este nuevo tramo será la más grande de la historia de Barcelona. "Es la línea menos barcelonesa y más metropolitana, por su acceso al extrarradio. Fíjate que bonita ha quedado, qué blanca está. Debemos cuidarla entre todos, no permitir actos incívicos", reclama mientras camina por el pasillo de 240 metros que va desde el vestíbulo al andén de La Fira. "Significará una gran mejora en la vida de muchas personas, sobre todo en la de los habitantes de El Prat y de L'Hospitalet. Es el inicio de una conexión más eficaz entre el aeropuerto, las ferias, las universidades, lo cual abrirá nuevas posibilidades de trabajo y de vivienda", valora Josep Mora, autor de la página web autobusesbcn.
VALIDADORAS PORTÁTILES
Algunas escaleras mecánicas descienden 60 metros. El acceso a internet aún no está operativo a ese nivel del subsuelo. Se prevé que entre en funcionamiento en febrero. Choca no ver entre tanta gente a alguien conectado al móvil o hablando por el celular. Y aún más que no suene ningún teléfono en esa media hora que dura el recorrido de Collblanc al aeropuerto, 20 kilómetros que los voluntarios pueden hacer una vez terminado el test del acceso a La Fira, para el que se han incorporado máquinas portátiles de validadoras de billetes, que solo se utilizarán cuanda haya ferias y congresos en el recinto.
Cortesía de TMB, los 2.100 voluntarios se llevan una bolsa con el diseño gráfico de L-9 Sud. Dentro encuentran un bocadillo de jamón, un zumo de naranja, una manzana y botellín de agua, un billete de metro de libre acceso para todo el día e invitaciones, como un viaje de ida y vuelta al teleférico de Montjuïc. Y se van muy contentos. Algunos, hasta emocionados por haber vivido lo que consideran "un día histórico".
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