LA MEJORA DEL RÍO URBANO

La fauna recoloniza el tramo final del Besòs

Besos

Besos / periodico

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El tramo final del río Besòs no es un río natural, sino un cauce artificial de paredes hormigonadas por el que discurre durante la mayor parte del tiempo agua vertida por depuradoras y en cuyas orillas viven miles de personas. Sin embargo, ello no ha sido obstáculo para que la naturaleza, que debió de ser variada y frondosa en épocas no tan lejanas, disfrute de una segunda oportunidad cuyo culminación es la riqueza ornitológica: en el tramo de nueve kilómetros comprendido entre Montcada i Reixac y la desembocadura en Sant Adrià se han observado en los últimos años 250 especies diferentes de aves, de las que al menos 60 pueden considerarse habituales. “Si esto realmente estuviera tan mal, no podríamos tener esta diversidad”, resume el biólogo Xavi Larruy, que coordina diversas actividades ambientales en el Besòs. Justo al lado de un puente, en ese momento planea un gavilán y en el agua se posa un cormorán al que no le importa la compañía de un nutrido grupo de gaviotas reidoras.

A partir de los años 50 del pasado siglo, el crecimiento demográfico e industrial en la cuenca del Besòs degradaron las aguas hasta el punto de que el río se convirtió en ejemplo de suciedad y mala conservación fluvial. La vida animal desapareció casi por completo. Sin embargo, los cuatro ayuntamientos afectados y las administraciones, con una millonaria subvención europea, pusieron en marcha en 1995 un plan de restauración integral que primero transformó el cauce más alto, incluyendo la creación de islas arenosas y unos humedales con cañizo y espadañas, y luego, en el 2004, permitió inaugurar el tramo central de uso publico, un espacio ajardinado que los fines de semana está a rebosar de familias y ciclistas. En el 2007 concluyeron las obras en el último tramo, los 450 metros de la desembocadura, que fueron concebidos como una reserva de fauna.

LA CALIDAD DEL AGUA

La recuperación no habría sido posible sin la puesta en marcha de 21 depuradoras. Como recuerda Larruy, se da la paradoja de que buena parte del agua que llega a la desembocadura es en realidad agua del Ter que ha servido para abastecer con anterioridad a los municipios de la cuenca. De hecho, si el Besòs nunca se seca en verano es por este motivo. El caudal no es excesivo, aunque se registran puntas que pueden inundar todo el cauce, mientras que la calidad del agua tiene un aspecto excelente, un éxito al que también contribuye la depuración natural -el llamado tratamiento terciario- debida a los humedales artificiales creados en el cauce.

Las aves llegan atraídas porque se trata de la única zona húmeda superviviente entre las desembocaduras del Llobregat y el Tordera. En  el tramo final del Besòs encuentran además suficiente alimento, con cinco especies de peces adaptadas, aunque dos son exóticas, y una relativa calma gracias a las cañas asiáticas, tamarices y sauzgatillos que crecen en las orillas y que funcionan como pantalla protectora. Otra cuestión es que luego se queden. Las especies nidificantes en verano no son excesivas, admite Larruy, en gran parte porque no hay buenos lugares donde colocar los nidos a recaudo de los visitantes y sus perros, pero tanto en invierno como en las épocas de migración acoge una notable colonia de aves, incluyendo algunas rarezas. 

NUMEROSAS GARZAS REALES

Al margen de las ubicuas gaviotas -diversas especies, con avistamientos ocasionales de la rara gaviota de Audouin-, destacan por su abundancia los ánades azulones y las pollas de agua. También se observan numerosas garzas reales -muchas llegadas desde el zoo de Barcelona-, garcetas y cormoranes, así como ejemplares de martín pescador, ruiseñor bastardo, chorlitejo chico, correlimos menudo y andarríos chico. Entre los mamíferos se observan conejos, comadreja, algún jabalí despistado e incluso visón americano.

"Podríamos estar mejor, claro está. Todavía hay margen de recuperación, pero no podemos pretender que el delta del Besòs sea como el delta del Ebro", asume Assela Coll, jefa de Salud Pública y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sant Adrià. "Estamos en un proceso de recolonización por parte de la fauna -concluye Larruy-, pero no podemos olvidar que la zona sigue sufriendo una presión humana enorme que debe controlarse. No podemos bajar la guardia".