La cruda realidad

Representantes de los vecinos de Nou Barris describen un distrito con un elevado paro y abocado a la pobreza y la precariedad social

Un hombre escarba en un contenedor en la calle de Marne, en Nou Barris.

Un hombre escarba en un contenedor en la calle de Marne, en Nou Barris. / periodico

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Como nunca dejará la cifra de ser cifra, precisa pero fría, el presidente de la Asociación de Vecinos de Can Peguera, en Nou Barris, Pep Ortiz, tiene la deferencia de traducir a la cruda vida diaria el informe del ayuntamiento. “Ves revolviendo entre los cubos de la basura a mucha gente que antes de ninguna manera se te había pasado por la cabeza que un día podrían estar haciendo eso. Ves a críos que no pueden ir al colegio porque no tienen libros, y ves a jóvenes viviendo con sus abuelos porque lo único que tienen es su pensión: en el mejor de los casos encerrados, jugando a la 'play' o viendo televisión, y en el peor, haciendo cosas que no deberían hacer. Pero es que el que no tiene comida tiene que buscar de comer, eso es así”. Un poco al norte y otro poco al este de la ciudad de postal y de las tiendas de lujo en los paseos de lujo viven barceloneses a los que probablemente nadie nombraría embajadores porque hablarían de una ciudad que no se corresponde con la imagen hecha, la deseada. Al norte y al este, a distancia de metro, de unas cuantas calles; si llega allí el brillo de los opulentos bulevares, llega como espejismo.

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“La supuesta recuperación económica aquí no ha llegado”, dice Antonio Torrico, un histórico de la lucha social en el distrito, expresidente de la Asociación Zona Nord de Nou Barris. “Yo tengo tres hijos y dos están en el paro, y así le pasa a la mayoría de la gente que conozco. No hay trabajo y sin trabajo no hay recuperación, así que las cifras no me sorprenden para nada”. Torrico es carpintero, y de los avatares últimos de su oficio saca conclusiones aplicables a la situación general. “Yo me gano la vida sobre todo haciendo reformas, pero hace mucho tiempo que no hago una reforma en ninguno de estos barrios. Eso me indica que las familias no tienen dinero”.

Con el diagnóstico coincide a su manera Albert Recio, presidente de la Coordinadora d’Associacions de Veïns i Entitats de Nou Barris, quien dice que la desigualdad con respecto a los barrios ricos es “escandalosa”, y recuerda que el estado actual de las cosas es producto de la falta de políticas decididas a nivel económico, social y laboral. “Estamos abocados a un aumento insoportable de la desigualdad y sus efectos de pobreza y precariedad social”.

LA ESPERANZA ES ASÍ

La radiografía es mala pero en el paciente inexplicablemente reverdece la esperanza. ¿Por qué? Porque ha habido un cambio en los mandos de la ciudad, y la llegada del gobierno de izquierdas de Ada Colau implica, se supone, otro tipo de atención hacia los barrios de allá arriba, en la montaña. “Desde Nou Barris Cabrejada -la plataforma que constituyeron en septiembre del 2012 más de un centenar de entidades del distrito, precisamente una reacción a los efectos de la crisis- nos fue imposible sentarnos a hablar con la anterior administración, pero eso al parecer empieza a cambiar”, dice Ortiz. “De momento hay un compromiso para hacer en dos meses un pleno distrital en el que está previsto que participen todos los sectores afectados, y el objetivo de ese pleno, que tendrá lugar después de unas jornadas, es empezar a vislumbrar soluciones. Pero entendemos que lo más importante es crear puestos de trabajo. Ahora se habla de subir el salario mínimo y eso está bien, pero lo importante es crear trabajo”.

Torrico celebra el anuncio que hizo la alcaldesa hace unos días en el sentido de que invertirá 150 millones de euros en los barrios más necesitados. “Es un cambio -dice-. No es que la política municipal vaya a modificar radicalmente la situación, eso lo tiene que hacer el Gobierno, pero está bien que la alcaldesa tenga la intención de reducir la brecha”. Lo que se haya de hacer, en eso sí coinciden todos: que se haga ya.