SEMESTRE INTENSO EN EL AYUNTAMIENTO DE LA CAPITAL CATALANA

El vía crucis de Colau se eterniza

Ada Colau, flanqueada por Jaume Collboni (izquierda) y Alfred Bosch, en un pleno municipal.

Ada Colau, flanqueada por Jaume Collboni (izquierda) y Alfred Bosch, en un pleno municipal.

CRISTINA BUESA / BARCELONA

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La palabra es necesidadAda Colau lo tiene claro: necesita estabilidad, precisa un pacto de gobierno cuanto antes. Lo admiten abiertamente sus compañeros de Barcelona en Comú (BC) y sus colaboradores más cercanos. También los aspirantes a establecer ese acuerdo, principalmente ERC y el PSC.

Una semana después de que las urnas del 20-D regalaran a Colau una inyección de optimismo que el gobierno local interpreta como un aval a sus algo más de seis meses al frente del ayuntamiento, las negociaciones no van por buen camino.

REVOLCONES POLÍTICOS

Republicanos y socialistas darán este martes un 'sí' a las ordenanzas fiscales tras un auténtico vía crucis que comenzó hace dos meses y durante el que el gobierno de la ciudad ha sufrido severos revolcones políticos. Desde verse obligado a retirar ese punto del orden del día y convocar otro pleno extraordinario hasta necesitar el voto de calidad de la alcaldesa para desempatar.

Pero las ordenanzas fiscales son solo un ejemplo del dragon khan de negociaciones en el que se ha visto envuelta BC para salir adelante y dar la sensación de que podía hacer algo. Con la modificación de crédito que permitía gastar el superávit de 101 millones de euros ocurrió algo peor y fue que la CUP (el tercer socio potencial) ni se dignó a adelantar a Colau qué haría en la votación.

MALOS TIEMPOS PARA DIALOGAR

También con el presupuesto le ha tocado dejarlo de lado hasta que los tiempos políticos sean más propicios. Todos los implicados admiten la contaminación de las elecciones catalanas del 27 de septiembre (en las que Colau prefirió no implicarse) y de las generales (cuando la alcaldesa sí jugó un papel protagonista), aunque en público se llenen la boca opinando que la vida municipal debería pasar por encima del resto de intereses.

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Pero de momento no está siendo así. El reparto de cargos de confianza, la rebaja de los sueldos en la corporación o la representatividad en las empresas municipales sirvieron de aviso nada más comenzar el mandato. BC tiene solo 11 de los 41 concejales y esa dramática minoría (la más precaria de la historia de Barcelona) comporta que necesite al menos tres partidos más para sumar.

REUNIONES SEMANALES SECRETAS

ERC, PSC y un concejal de la CUP avalaron en junio la investidura de la primera mujer al frente de la capital catalana. Ese voto de confianza, sumado al hecho de que son partidos con denominadores comunes en el programa -como recuerda la alcaldesa siempre que puede-, ha servido para que BC les considere interlocutores preferentes.

Tanto es así que durante unas semanas hasta se llegó a constituir una reunión semanal a tres bandas entre Colau y los presidentes de los grupos municipales republicano y socialista, Alfred Bosch y Jaume Collboni. Pero los encuentros dejaron de celebrarse, explican fuentes cercanas a los mismos, porque las exigencias de exposición pública eran divergentes. O sea, que los socios potenciales, unos inmersos en la provisionalidad a la que los arrojó el 27-S (ERC) y otros pendientes de las exigencias del guion de Madrid (PSC), no querían aparecer juntos en las fotos, fuera en la negociación del superávit y de las compensaciones logradas en forma de inversiones o fuera en el 'sí' a las ordenanzas, enfrentados abiertamente por la progresividad del IBI.

LOS REPUBLICANOS NO SE VEN DENTRO

“Con las ordenanzas aprobadas ahora lo que necesitamos es un presupuesto y un PAM (plan de actuación  municipal)”, encaja con cierta angustia un cargo gubernamental. Las conversaciones han ido tan allá en uno de los dos casos que hasta han intercambiado un borrador de pacto de gobierno. No obstante, sin ir más lejos la semana pasada, el gesto de Colau de comparecer con Bosch para anunciar las bonificaciones en el transporte público para los jóvenes de 15 a 16 años, crispó a los socialistas.

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Y desde las filas republicanas, alérgicos además a retratarse con el PSC, rechazan de momento un pacto estable desde dentro del gobierno y recuerdan que en la Generalitat se han sentido cómodos apoyando al Govern sin entrar.

TONO DOCTRINAL SOCIALISTA

No obstante, tanto en el asunto de los manteros (donde BC ha cedido la presidencia de la mesa de ciudad a ERC para el abordaje social del fenómeno) como en tantos otros temas que se debaten en las comisiones o en los plenos, la sintonía entre el gobierno y los cinco concejales republicanos es aparentemente mayor.

El bagaje municipal del PSC en Barcelona es un arma de doble filo. Por una parte, admite el gobierno actual, se les reconoce un trabajo muy superior al de ERC a la hora de formular propuestas. Como contrapartida, el tono doctrinal y sabiondo de un partido que estuvo más de 20 años mandando en la ciudad cansa a veces a los recién llegados, que optan por recordarles que hoy por hoy tienen únicamente cuatro ediles.