Barcelona cambiará la T-10 por el móvil a partir del año próximo

Un usuario del metro, con la tarjeta T-10, en Barcelona.

Un usuario del metro, con la tarjeta T-10, en Barcelona. / periodico

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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Las actuales tarjetas de transporte público, como la T-10, serán sustituidas en dos o tres años por una tarjeta de plástico con chip, similar a las de crédito, en una primera fase, y por el móvil en una segunda. Así lo ha anunciado Josep Anton Grau, director general de la Autoridad de Transportes Metropolitanos (ATM) en el Smart City Congress que se celebra en Fira de Barcelona.

La nueva tarjeta tiene ya calendario: una prueba piloto comenzará el próximo octubre en la primera corona tarifaria. En el 2017, cuando se vaya ampliando a otras zonas tarifarias, convivirán tres sistemas, el actual de tarjeta de cartón con banda magnética, el de plástico con chip y el pago por móvil, y para el 2018, ya con toda Catalunya funcionando con este sistema, se acaba la tarjeta de cartón.

Se trata de móviles que cuenten con sistema de pagos como el que están integrando los fabricantes, ya sea por chip NFC o por acuerdos con entidades financieras o tipo Apple Pay.

La tarjeta con chip será recargable en máquinas especiales instaladas en las estaciones, que también permitirán consultar el saldo disponible, aunque quien lo prefiera podrá optar por vincularla a la cuenta corriente e ir pagando. "Hay viajeros que ahora no compran una tarjeta 30/50 por no tener que adelantar el dinero. Con este sistema, que controlará los viajes de cada usuario, se podrán adaptar los descuentos y ajustar el precio de cada viaje", señala Grau.

Además el sistema tiene vocación de ser universal y funcionar en todos los sistemas de transporte, desde metro, autobús, ferrocarriles de la Generalitat y Rodalies de Renfe, al AVE, el Bicing o los aviones, explica el ejecutivo. Todo con la misma tarjeta, que será personal e intrasferible.

Cuando el sistema pase a los móviles, permitirá también enviar al usuario alertas vinculadas a su trayecto, sugerirle que use otras rutas o notificar incidencias del servicio.

El coste será, según Grau, asequible y amortizable rápidamente. Y la información que se extraiga de los viajes de los usuarios servirá para gestionar mejor el servicio. El año próximo comenzará la campaña de comunicación.