Barcelona ayudará a las librerías con rebajas fiscales

Curso teórico y práctico de dibujo urbano convocado por la Llibreria Laie.

Curso teórico y práctico de dibujo urbano convocado por la Llibreria Laie.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El Ayuntamiento de Barcelona cambiará a principios del 2016 la catalogación de las librerías: dejarán de ser simples comercios para convertirse en espacios de interés cultural. Con esta medida, el gobierno municipal busca proteger a uno de los sectores más vulnerables de la vida mercantil -y cultural- de la ciudad con un aumento de las subvenciones, nuevas bonificaciones y rebajas fiscales.

«Impulsar a las librerías es una prioridad dentro de la política cultural del ayuntamiento. Son mucho más que un comercio y les hemos de dar visibilidad. Este cambio de catalogación es una vieja reivindicación de los libreros, que participarán en las mesas de trabajo para mejorar la situación de un sector estratégico para el tejido cultural de la ciudadanía», indica Berta Sureda, comisionada de Cultura del ayuntamiento, que tiene su espejo en la política emprendida por Francia para cuidar al eslabón más frágil de la cadena editorial. Hace dos años crearon un fondo de apoyo a las librerías con problemas de tesorería. Y especialmente se inspira en la de París, donde se imponen las exenciones fiscales y las ayudas para conseguir alquileres más asequibles.

En Barcelona las subvenciones, hasta ahora, se limitan a ayudas a la rehabilitación, modernización y dotación de equipamientos técnicos destinados a espacios privados de creación cultural de pública concurrencia, entre los que se encuentran, además de las librerías, las galerías de arte y las salas de música en vivo. En el 2014, el ayuntamiento destinó 400.000 euros a esta partida, ceñidos a establecimientos abiertos al público donde la venta de libros es su principal actividad.

El próximo viernes 23 de octubre el Institut de Cultura de Barcelona ha convocado una reunión con otras áreas del ayuntamiento para establecer cómo arbitrar una rebaja del impuesto sobre actividades económicas (IAE). «Se analizarán todas las bonificaciones y rebajas fiscales posibles», asegura Sureda.

COMPETENCIA ATROZ // Las librerías independientes se han convertido en estos últimos años en uno de los sectores comerciales más frágiles de la capital catalana. La crisis económica, la feroz competencia de las ventas on-line 

Han bajado definitivamente la persiana establecimientos tan emblemáticos como Catalònia, Canuda, Proa Espais, Cinc d'Oros, Roquer, Platón, Negra y Criminal o La Formiga d'Or. Y otros, como la librería francesa Jaimes, que se ubicaba en paseo de Gràcia, y Documenta, al lado de la Rambla, han debido mudarse a puntos no tan privilegiados ante la vertiginosa subida del alquiler de sus antiguos locales.

Por pura supervivencia, la actividad de muchas librerías va más allá de la presentación de libros. Para fidelizar clientes convocan conciertos, visitas guiadas a museos, itinerarios urbanos, talleres gastronómicos, conferencias singulares, clubs de lectura, propuestas infantiles, teatro, proyecciones de cine, cursos de literatura, escritura, filosofía y de dibujo urbano. Las más dinámicas son Jaimes, Calders, Documenta, Laie, La Central, Etcètera, Nollegiu, Bernat y Altaïr.

Montserrat Porta, directora de Jaimes, cuenta que al marchar del paseo de Gràcia, perdieron a miles de personas que acababan entrando atraídas por el escaparate. «Desde que estamos en la calle València, ahora hace dos años y medio, tenemos que encontrar motivos para hacer venir la gente a la librería», señala Porta.

Àlex Leris, uno de los socios de la librería Etcètera, explica que la crisis económica les ha llevado a doblar sus jornadas laborales. «El gran problema al que nos enfrentamos son las descargas de libros piratas. Nosotros creemos en el papel. Por ello, hemos intensificado lo que mejor sabemos hacer: recomendar buenos libros y ser siempre honestos con nuestra clientela», afirma Leris, que centra las actividades de la librería en el público infantil. «Es lo que más nos importa».