El 'boom' de las artesanas se extiende por toda Catalunya

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Albert Sarmiento es el paradigma del cervecero artesano catalán: la persona que empezó por afición y dio el paso a comerciante. «Empecé a hacer cerveza en el 2010, por diversión, para consumir yo y regalársela a mis amigos, pero viendo la aceptación que tenía me empecé a plantear hacer negocio». El sector se movía y las perspectivas eran alentadoras para los novatos, y Sarmiento, empleado de la industria del automóvil, dejó su trabajo y a comienzos del 2014 se dedicó de lleno a hacer cerveza. «Los primeros meses siempre son complicados porque hay que dar a conocer la marca, pero cada vez va mejor. Este año las ventas han duplicado las del año pasado, y la proyección es que el próximo año se dupliquen las de este». A su cervecería le dio el nombre de Cervesa Palau. De momento fabrica cinco variedades.

«Cierto, la mayoría son home brewers home brewersque se convirtieron en profesionales», explica Josep Borrell, presidente del Gremi d'Elaboradors de Cervesa Artesana i Natural y propietario de Cervesa Moska, en Girona; él mismo empezó así. Según Borrell, la abundancia de casos como el de Sarmiento explica en parte el aumento de las cervecerías artesanales en los últimos años, y el hecho de que hoy se hable en términos de boom. «Pero dentro de poco los cerveceros serán gente con título, que se habrán formado para llevar una cervecería. La Universitat Rovira i Virgili ya tiene un máster en bebidas fermentadas, y la Universidad de Alicante ofrece cursos de elaboración y cata de cerveza artesanal. Es un sector que va camino de la profesionalización».

Home brewers al margen, Borrell estima que hay una cuarentena larga de fábricas en Catalunya, y que la capacidad promedio de producción ronda los 40.000 litros al año. «Pero también hay fábricas como Ca l'Arenys, o Rosita, en Tarragona, o la Compañía Cervecera del Montseny, y próximamente La Pirata, con capacidad para producir más de 100.000 litros al año», explica. Volúmenes aparte, el número de fábricas no es ni de lejos equivalente al de etiquetas en circulación, puesto que existe la figura del gypsy (gitano): un cervecero que quiere comercializar su receta pero no tiene ni la infraestructura para producirla ni los permisos necesarios para venderla al público; así que acude a una fábrica y la elabora allí. Algunos cifran en unos 150 los gypsys en Catalunya.

Búsqueda de clientes

Como los personajes de Pirandello en busca de autor, los cerveceros artesanos andan en busca de clientes: aquí no hay cultura de la cerveza y hay que crearla. «Muchas cervecerías llevan a cabo esa labor de culturización, y eso suma», dice Borrell. Cerveza Moixeró, por ejemplo, que tiene producción propia, y una tienda en la que vende cervezas de orígenes diversos -españolas, estadounidenses, alemanas, belgas- organiza catas en su local de Sabadell para la educación de nuevos paladares. «Nuestro fuerte son las catas maridajes -dice el dueño, Ramon Miró-. Cada mes hacemos una cena con cervezas de diversos países. Anoche hicimos una cena bávara con cervezas de Baviera». Citas como la Mostra de Cervesa Artesana de Mediona, que celebró su 10ª edición en junio, o el Vine a fer cervesa, que este sábado tendrá lugar en Can Batlló (Barcelona) por 12ª ocasión, también crean afición. Y cada vez hay más tiendas, que venden tanto la cerveza como lo necesario para fabricarla. «Vemos un aumento de los clientes interesados», confirma Miquel Patón, de la tienda L'Art en birra, en Sant Boi de Llobregat. «Últimamente pegas una patada y salen cuatro elaboradores nuevos de debajo de una piedra, pero aún hay margen de crecimiento. Todavía no llegamos al punto de saturación».

«Ha sido un crecimiento de cero a 100 en 10 años», resume Pablo Vijande, uno de los pioneros, hoy dueño de Mas Malta, que comercializa cuatro tipos de cerveza y más que nada vende artículos y materia prima para fabricarla. «Ha crecido en toda España, pero Catalunya es el epicentro porque aquí empezaron a trabajar los primeros home brewers». Esto, parece, apenas comienza.