Los anales de Apolonia

Los premios al cine porno son el último y más glamuroso episodio del Salón Erótico de Barcelona

Dos asistentes a la gala de entrega de los Premios Ninfa Primera Línea, en la sala Danzatoria.

Dos asistentes a la gala de entrega de los Premios Ninfa Primera Línea, en la sala Danzatoria. / JOAN PUIG

MAURICIO
BERNAL

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En la barra, mientras pide una copa, Nena Gogó («como una gogó pero del porno», aclara) explica que entró en este mundo de la mano de Conrad Son, el director de cine para adultos. «Conocí a Conrad y a Evita de Luna y empezamos una relación a tres, hasta que un día él me propuso actuar. Yo la verdad no me lo pensé mucho. Dije: '¿Por qué no?'». Lo que viene siendo la crema y nata del porno español se ha reunido esta noche de domingo en la sala Danzatoria, en el Port Olímpic, oficialmente porque va a tener lugar la ceremonia de entrega de los premios del año, los Premios Ninfa; oficiosamente, porque la designación de un olimpo es capital para cualquier industria del entretenimiento. La velada es el último y más glamuroso acto del Salón Erótico de Barcelona y todos vienen de allí, dispuestos a echar el resto después de tres jornadas de estimulante contacto con el público, pero también de trabajo duro. Por un margen estrecho los escotes abismales no son la norma, y algunas mujeres han optado por una elegancia casi augusta, aunque hay impudicia, por supuesto; Cristina X y sus exuberantes pechos casi al descubierto son una de esas excepciones. Nena Gogó, su melena roja y sus 24 años resplandecen a bordo de un vestido primorosamente blanco.

El photocall respira sensualidad, aunque sea impostada. Por la sala, acondicionada como auditorio, con un centenar de sillas dispuestas en torno a un escenario y un atril, desfilan los rostros familiares del cine pornográfico español, por ejemplo Sophie Evans, que recibirá más tarde el Premio Honorífico del Año. Cristina X, sí, y sus grandes pechos. Carla Pons. Al propio Son se le ve yendo y viniendo y repartiendo saludos. Nora Barcelona y Ratpenat. Julia de Lucía. En cambio no está Nacho Vidal, lo más cercano a un rey que tiene la industria local, por culpa de «una migraña enorme que le ha dado después de tres días de festival», según explicará más tarde el maestro de ceremonias. El mejillón a medio abrir que este año es el símbolo del salón, trasunto molusco de los genitales femeninos, está más o menos por todas partes, y su presencia confirma el sino fetiche de todo esto.

Venus O'Hara, periodista, modelo, sex blogger, probadora de juguetes eróticos («tengo que masturbarme por mi trabajo»), forma parte del jurado. «Posiblemente soy la única que no consume porno de forma habitual, así que creo que aporto una visión diferente, sin contaminar. Durante dos días me dedico a ver los trabajos nominados y me fijo sobre todo en las caras: tienen que convencerme de que lo están pasando bien». Con esa visión más limpia de las cosas, O'Hara pronuncia el nombre de Carolina Abril cuando le preguntan qué le causa debilidad de todo lo que se hace actualmente en el mundo del cine adulto español. «Carolina es una gran actriz y además ha inventado algo que se llama la Paja Renfe: cada vez que viaja en tren se graba masturbándose en el baño, lo cual me parece muy gracioso». Carolina, que ha creado escuela y convertido en tendencia la Paja Renfe, iba a ser galardonada durante la velada con uno de los premios importantes de la noche: la mejor actriz del año.

Una mujer tímida

La ceremonia propiamente dicha no solo es un desfile de premiados cuyos discursos de agradecimiento son por norma -y por fortuna- breves, favorecedores de una agilidad más bien desconocida en este tipo de veladas, sino la esperada procesión de los títulos en liza, una lista a veces estrambótica que incluye extrañas criaturas como Momificación Daniela 40 grados o El regalo de Papá Noel, que, por sugestivos, son los que más llaman la atención; todo lo contrario que, por ejemplo, Penetración con plátano y daga, que exime a la imaginación del ejercicio. Los discursos en el atril del mejillón son breves o directamente lacónicos, cuando no precarios: «Lo mío es más follar que esto», dice un actor antes de escabullirse por la parte de atrás. «Gracias», pronuncia simplemente Apolonia Lapiedra, otra triunfadora de la noche, y por partida doble: la mejor actriz revelación por un lado y la mejor escena amateur por el otro. El primer anal de Apolonia había despertado de hecho cierta expectación: solo hay que mirar los comentarios en internet. En su twitter, Apolonia confesó hace poco que es «súper tímida». Una cosa no riñe con la otra.