FONDOS OCULTOS DE LA SEDE MUNICIPAL

Porcioles entre santos

El estudio sobre la iconografía del edificio histórico del ayuntamiento de Barcelona debe decidir qué hacer con una escultura del alcalde franquista

Placa escultórica 8 El alcalde José María de Porcioles, con un martillo, el primero a la izquierda.

Placa escultórica 8 El alcalde José María de Porcioles, con un martillo, el primero a la izquierda.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Tras los Borbones, Ada Colau va a tener trabajo si quiere limpiar la sede del ayuntamiento de esculturas que representan poco o nada su idea de lo que es y ha sido Barcelona. Una de las esculturas más desconocidas entre las cuatro paredes del palacete en el lado mar de la plaza de Sant Jaume se esconde tras una puerta del solemne Saló de Cròniques, rodeada de unos no menos señoriales frescos de Sert, en la llamada Capilla del Buen Consejo.

La hizo construir quien fuera alcalde de la ciudad entre los años 1957 y 1973, José María de Porcioles. Y es él el protagonista de una estatua de tamaño casi natural en uno de los conjuntos esculturales que decoran las paredes. Porcioles entre todos los santos. Una singular capilla presidida por una reproducción de la Virgen de Montserrat, flanqueada por una copia de la Virgen de la Mercè, patrona de Barcelona, y otra de la Virgen del Pilar, de plata, que, según cuentan trabajadores del consistorio, son fruto de algún regalo que llegó al ayuntamiento y que alguien tuvo a bien depositar en el espacio más religioso del edificio. Dónde mejor.

La capilla, pequeña pero imponente, seguramente por su alfombra roja, fue inaugurada en 1966, acto que contó con la presencia del general Franco, figura que sí fue erradicada del consistorio hace décadas (el polémico busto retirado recientemente del salón de plenos estuvo precedido por otro del dictador). Quizá la figura del alcalde se haya mantenido durante toda la democracia al pasar casi inadvertida en una sala que lleva años cerrada.

El estudio encargado ahora por el comisionado para la Memoria Histórica, Xavier Domènech, sobre la iconografía del consistorio, hecho a partir de su tesis de que los borbones están sobrerrepresentados -además del busto de Juan Carlos I retirado quedan aún otros cuatro bustos y el gran retrato de la Reina regente y Alfonso XII-, tendrá que pronunciarse sobre la efigie del alcalde franquista.

Cuentan conocedores de la historia de la ciudad que Porcioles, de misa diaria, llamaba al exótico lugar -exótico en el 2015, al menos- su pequeña Capilla Sixtina. Su nombre oficial es Capilla del Buen Consejo y su decoración se encargó al escultor Enric Monjo en 1958.

La Virgen de Montserrat que la preside es una talla policromada y a sus pies sorprende un gran escudo de la capital catalana. Sobre la virgen, un crucifijo de marfil. Están también representados en el pequeño espacio el cortejo de santos barceloneses: san Olegario, san José Oriol, santa Eulalia, san Pedro Nolasco y san Raimundo de Peñafort, entre otros. Y, entre ellos, Porcioles, el alcalde que pasaría a la historia por fomentar un caótico desarrollo urbano de la ciudad.

Fue muy sonado, sobre todo en confidenciales muy alejados de la visión del mundo de Barcelona en Comú, un tuit de la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, el pasado día 17 de junio, días después de asumir el cargo, que rezaba: «Rincones secretos en el ayuntamiento que apuntan a un necesario cambio de uso. Capilla con la Moreneta que se hizo hacer Porcioles». Texto acompañado por una foto del particular lugar.