REACCIONES A UNA PRUEBA PILOTO

Urinarios no gratos en Ciutat Vella

Vecinos del Born y Nou de la Rambla, quejosos con los nuevos lavabos

Unos turistas observan el reguero de orines que cae desde los urinarios colocados en la calle de Fusina.

Unos turistas observan el reguero de orines que cae desde los urinarios colocados en la calle de Fusina.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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La  suerte va por barrios. Y si no, que se lo digan a los vecinos de Ciutat Vella, que acogen con desigual querencia la instalación de nuevos urinarios móviles urinarios móvilesen seis espacios del distrito. Pese a ser una prueba piloto del consistorio, las voces disonantes se acumulan entre quienes se topan con uno de estos mingitorios al salir de su hogar o antes de levantar la persiana de su comercio. Temen que se conviertan en un elemento perenne del mobiliario urbano

Tal es el caso de la calle de Fusina, donde se trasladaron los lavabos unos metros más allá del Centre Cultural Born Centre Cultural Borntras permanecer unos días junto al espacio que alberga los restos de la ciudad bombardeada en 1714. El consistorio achacó la mudanza a un error inicial y la desvinculó de las quejas del soberanismo por colocar los retretes en ese lugar simbólico. Sin reivindicaciones icónicas, pero con idéntica firmeza, los vecinos del número 1 de la plaza Comercial andan soliviantados tras descubrir la presencia de los lavabos justo debajo de sus pisos.

A tenor de las reacciones, casi se diría que el hallazgo llegó vía olfativa. «Cuesta dormir por el fuerte olor a orín », explican Patrick Reitzfeld y Heidi Carvell, que viven en un primero.  Jordi Galopa, con 14 años residiendo en el bloque, agrega otro momento crítico: cuando se descargan la cabina y el urinario descubierto para usuarios masculinos.

Su hermano José Maria centra el foco en otros efectos secundarios, por los que contactó con este diario. «Por mal funcionamiento, deficiencias al recoger líquidos o incivismo, hay un buen reguero de orines que llegan al final de la calle», explica. Y añade los «constantes portazos» que sobresaltan al vecindario. Jordi se queja de que se ha creado un problema donde no lo había, puesto que los lavabos crean un «reclamo» de un espacio que pasaba desapercibido.

José María discrepa del consistorio, que dice colocar urinarios donde más quejas recibe. «Es zona de turismo de restauración más que de fiesta nocturna», dice. Manuel, camarero del Bormuth, asegura que cada sábado y domingo por la mañana se emplea a fondo con el mocho y  la lejía para disimular los restos de la noche. Jordi, que es arquitecto, reivindica el bloque como «edificio singular» reconocido por las autoridades para reclamar idéntica consideración que el centro cultural, y con el añadido de tratarse «de un lugar privado». «¿Por qué en un equipamiento  municipal no y aquí, en un bloque con vecinos que trata de vivir y dormir, sí?», se pregunta.

INSENSIBILIDAD

Los vecinos del Born coinciden con los de  la calle de Nou de la Rambla en lamentar que pese a ser una prueba piloto no se les consultara. «Es una falta de sensibilidad del ayuntamiento, que no se da cuenta de que está contribuyendo a degradar aún más este espacio», expone Ramon Solé, secretario del Eix Comercial del Raval y vicepresidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de Nou de la Rambla.

Solé, con los urinarios  a menos de 50 metros de su comercio, se pregunta el motivo por el que se colocan solo en este distrito de la ciudad. «Si es para los turistas, ¿no los hay en la Sagrada Família, por ejemplo?; si es para los sintecho, ¿no hay personas durmiendo en cajeros en toda Barcelona?», protesta. Él mismo responde. «Entre todos han convertido Ciutat Vella en un parque temático. Y estos urinarios son para eso, para fiestas y conciertos. A ver cuántas familias de turistas ves usarlos», se queja.

Alí el Bouazaoui, vecino y empresario de Nou de la Rambla lamenta la incidencia que tiene el doble urinario, que «atrae a la gente que bebe y se droga por la zona». Se queja de que «cada noche se montan peleas y  juergas alrededor del lavabo que atrae a clientes de los locales de ocio de alrededor». «Entre los follones, los pisos turísticos y ahora esto, se hace muy difícil vivir aquí», añade.

Solé propone baños públicos, «como a mediados del siglo pasado», de obra, resguardados de la vista, «vigilados y con servicio permanente de limpieza». Y reclama al consistorio que antes de adoptar una decisión definitiva sobre los urinarios, «esta vez sí se tome la molestia de consultar antes con los vecinos».