Rambla de Catalunya: 27 terrazas y 1.282 sillas

'Ramblejar' es una afición de difícil ejecución cuando un 30% de la superficie prometida para tal fin son terrazas de restauración

La Rambla de Catalunya, repleta de terrazas.

La Rambla de Catalunya, repleta de terrazas.

Carles Cols

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Son poco más de las siete de la tarde y en mitad del paseo central de la Rambla de Catalunya, a la altura de Consell de Cent, un camarero con delantal se ofrece para enseñar la carta de la cena a quienes simplemente 'ramblegen', verbo intraducible si se pretende ser fiel a su significado profundo. Siete de la tarde. Horario europeo, sin duda. De momento, no todas las terrazas de la Rambla de Catalunya tienen cazadores de clientes. Si llega ese día, esto será la Barceloneta de los chiringuitos de los 80, pues son ya 27 los locales que tienen mesas, sillas, jardineras, parapetos, parasoles, neveras y otros enseres de forma casi permanente en mitad del paseo. ¿Son demasiadas terrazas? Todo es opinable. Para situar las cosas, EL PERIÓDICO, con un telémetro láser, ha medido con exactitud cómo es hoy la Rambla de Catalunya. En los dos tramos con más terrazas (cinco en fila india), un 30% del paseo no es apto para 'ramblejar'.

La idea de diseccionar la Rambla de Catalunya es consecuencia, en cierto modo, de algo que sucedió el mes pasado en Ciutat Vella. Allí, un activo y reivindicativo colectivo vecinal, Fem Plaça, tuvo la idea de radiografiar la plaza Reial con un mirada distinta. Contaron cuántas sillas tienen los vecinos del barrio para sentarse en esa plaza (solo ocho) y cuántas hay en las terrazas (1.669). El eco de su perspicaz denuncia resonó en otros barrios. Desde entonces les llaman hasta de fuera de Barcelona para que vayan a examinar calles y plazas. Andan bastante sorprendidos, pero no lo hacen porque bastante tienen con batallar por Ciutat Vella. Como respuesta, invitan a que se les imite. El problema de la Rambla de Catalunya es que la densidad vecinal es cada vez más escasa, de ahí este examen del diario.

SUFICIENTES BANCOS

De entrada es imprescindible subrayar que no se repite aquí la desproporción de la plaza Reial. Primero, porque en la Rambla de Catalunya sí hay bancos públicos. En la plaza Reial, para evitar que sean punto de reunión, siesta o resaca, solo hay sillas desperdigadas, sin ton ni son, algunas muy ingratas, al lado de la basura. En la Rambla de Catalunya hay, entre Gran Via y la Diagonal, 120 bancos, impecables porque son muy nuevos. Eso son unas 360 plazas para sentarse. El único pero que se les puede poner es que hay como mínimo un par que han quedado encajonados entre la batería de terrazas. Sobre todo, uno. Hasta da pena.

Las sillas de pago es decir, las de las terrazas, son muchas más. El día del cómputo, 1.282, repartidas entre 318 mesas.

COMO UN PISO

El problema es que no se reparten de forma homogénea. A la espera de que la nueva avenida de la Diagonal despegue como ruta de paseo, la zona con más tirón de momento en la Rambla de Catalunya es la situada entre la Gran Via y la calle de Aragó. Allí, en dos de los tramos del paseo central se acumulan hasta 10 terrazas de dimensiones considerables, de 5,3 metros de ancho todas y las más larga de ellas de 14,6 metros. Eso son las dimensiones de un piso medio de Barcelona, 77 metros cuadrados, plantado en mitad de la vía publica. El resto de terrazas no se quedan muy atrás en dimensiones. Así, solo en el tramo comprendido entre Gran Via y Diputació suman las cinco que hay 367 metros cuadrados. Lo que representan sobre el total del espacio público de este tramo puede analizarse desde distintos puntos de vista.

Si se calculan sobre el total de la superficie de la rambla central, en los tramos más densos las terrazas ocupan formalmente solo un 30,7% de la superficie total. Esa cifra, sin embargo, resulta algo engañosa. Primero, porque las estructuras físicas que de forma permanente, día y noche, están instaladas en mitad de la Rambla de Catalunya inutilizan una estrecha franja de acera que queda a sus espaldas. Después, debería descontarse el espacio que ocupan los bancos y los alcorques en la zona transitable. A la hora de la verdad, si la anchura de las terrazas es de 5,3 metros, la del paseo es, allí donde hay sillas y mesas, de apenas seis metros,

Esta, en cualquier caso, es una foto fija. Lo interesante sería ver en realidad una sucesión de fotogramas temporales en movimiento, como en un zootropo. Así tal vez se apreciaría mejor cómo en la Rambla de Catalunya ha perdido progresivamente peso la vida comercial y sobre todo la cultural (ya no hay cines, ni casi tampoco galerías de arte) y han crecido exponencialmente los establecimientos dedicados a la restauración, sobre todo los de franquicias, los últimos en llegar y que son los que parece que han trasladado al centro de Barcelona la fórmula comercial de asaltar a los transeúntes para que se sienten a almorzar o a cenar, aunque sean solo mediodía o las siete de la tarde. Es un dato que invita a sospechar.