INICIATIVA COMUNITARIA EN SANTS-MONTJUÏC

Minijardines en el barrio

Una mujer transforma los alcorques de su calle en pequeños vergeles y pretende extender esta iniciativa por todo el Poble Sec

Tamara Sancho (izquierda), en un alcorque ajardinado frente a su casa, la semana pasada.

Tamara Sancho (izquierda), en un alcorque ajardinado frente a su casa, la semana pasada.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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De niña, en Chile, su padre le explicaba lo mucho que le costó plantar los árboles en la zona comunitaria frente a su casa. Los plantaban y desaparecían. Los arrancaban. Entonces los volvían a plantar. Y los volvían a arrancar. Así hasta tres veces, hasta que quedó un jardín precioso. Treinta años más tarde, volvió a Chile y allí estaban aquellos árboles. Más grandes y hermosos que en su infancia. Esa historia que tantas veces le había explicado su padre fue la que animó a Tamara Sancho a no rendirse en su empeño de transformar los alcorques de los árboles plantados frente a su casa, en el Poble Sec, en dos pequeños jardines.

Empezó hace tres años, y, al principio, como le pasó a su padre, no fue fácil. «Me arrancaban las plantas, pero yo insistía. Hoy los vecinos se lo han hecho suyo y me dejan plantas que ya no quieren para que las ponga», explica Tamara, miembro de la Xarxa d'Intercanvis del Poble Sec Trocasec, desde donde ha dado cuerpo a la iniciativa.

Para crear su pequeño vergel, además de la lección de vida de su padre, se inspiró en un jardín en un agujero de árbol cercano a su casa, en la calle del Poeta Cabanyes, frente a una pequeña pensión.

«Los agujeros de los árboles acostumbran a estar llenos de porquería, y me parecía bonito convertirlos jardines. No solo porque me encantan las plantas, sino con la idea de construir comunidad, de cuidar los espacios comunes de la ciudad como si fueran los propios. ¿Dónde empieza y dónde acaba tu casa?», reflexiona la mujer, quien también participa en el ateneo La Base.

Al ver lo bonito que Tamara tenía el jardín, en la calle de Salvà con Blai, una vecina se animó. Ahora son amigas y llevan los dos jardines. Hay otras vecinas en la calle de Blai que se han interesado en seguir sus pasos y con las que ya trabajan. Y aún mejor, en la misma calle de Salvà, dirección al Paral·lel, alguien, a quien Tamara no conoce, ha empezado su jardín. «Eso es lo bonito, lo mágico, que la gente se anime y haga suya la calle», reflexiona.

Un mapa

«Nuestra intención es hacer un mapa de los jardines que vayan surgiendo en el barrio. Para la fiesta mayor, en julio, en el mercado de intercambio de Trocasec, repartiremos folletos explicando el proyecto y ofreceremos una planta para empezar un jardín. Llevo días preparando el plantel», prosigue. Marcarán con una pegatina de un color los lugares en los que ya hay un jardín, y con otra, de otro color, los puntos en los que viven los vecinos que se lleven una planta.

Desde Trocasec se plantean también hablar con el ayuntamiento y con Parque y Jardines para que les cedan «un poco de tierra buena». «Uno de los problemas es que los alcorques son grandes, perfectos para acoger los jardines, pero la tierra es mala», afirma Tamara, quien insiste en que la esencia de su proyecto es la autogestión, pero que disponer de tierra de calidad les sería de una gran ayuda.