Una barrera muy discutida

La protección del jardín puso difícil el acceso gratis a los europeos, barceloneses incluidos

Uno de los accesos al parque Güell.

Uno de los accesos al parque Güell.

C.M.D.
BARCELONA

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La zona monumental del parque Güell se cerró en octubre del 2013 bajo el argumento de que la cantidad de visitas que recibía exigía una regulación del acceso. No solo se reglamentó, sino que además se hizo de pago, algo que se encargaría de gestionar Barcelona de Servicios Municipales (BSM), una de las empresas públicas del ayuntamiento más importantes y que toca palos tan dispares como el Zoo, el Bicing, la zona azul, el Tibidabo o el Palau Sant Jordi. Unos meses antes, la Pataforma Defensem el Park Güell había recogido 35.000 firmas a favor de que se mantuviera «gratis y abierto» para todos. Perdieron. La Coordinadora d'Entitats Park Güell -que reúne a las asociaciones de vecinos de los barrios colindantes al concurrido jardín-, en cambio, consideró el cierre «una manera de proteger el recinto», ya que la situación era  a su modo de ver «insostenible». La polémica estaba servida.

Los 70.000 vecinos empadronados en los barrios adyacentes al lugar (Coll, Vallcarca-Penitents, La Salut, El Carmel y Can Baró) tienen acceso libre con una tarjeta que tramitaron en su momento. Entran y salen del recinto con relativa normalidad, ya que tienen que acceder por los puntos indicados e identificarse tras hacer la cola correspondiente. El resto de los ciudadanos -primero se pensó en los barceloneses pero la ley europea prohíbe discriminar al resto de los habitantes comunitarios- pueden acceder gratis adhiriéndose al registro Gaudir+BCN, algo que debe hacerse de forma presencial en la Oficina de Atención al Ciudadano de la plaza de Sant Miquel. Esto obliga a volver al cabo de una semana para recoger las entradas, lo que ya de por sí descarta a la inmensa mayoría de visitantes de la Unión Europea, que de media pasan entre dos y tres noches en la ciudad.

Con el sistema de pago, la entrada se limita a 400 personas cada 30 minutos (calculan que los visitantes permanecen en el parque una media de 45 minutos). Quizá para justificar el abono de ocho euros en taquilla (siete si se compra a través de internet), la zona monumental se mejoró con nueva señalización y una aplicación para móviles en siete idiomas, con wifi gratis.

Guías turísticos

Las escuelas de la Unión Europea pueden reservar la visita a través de internet y tienen la entrada gratis. Ese es el procedimiento que siguió El Sagrer a finales del mes de abril. Explica un portavoz de BSM que durante el año 2015 habrán pasado por el parque Güell más de 120.000 escolares.

Todo ello ha generado un floreciente negocio de guías turísticos en el parque Güell. Legales e ilegales. Y ahí está el problema. Esta pugna ha generado situaciones rocambolescas como la que denunciaba este diario el 26 de mayo. Un empleado del jardín prohibió a un jubilado amante de Gaudí que siguiera explicando el parque a unos amigos. «A partir de este momento, no puede hacer ningún comentario más sobre el parque», le dijeron. Lo mismo le pasó a otro vecino unos meses antes. Y ahora, el asunto de la escuela. Un lío.