NUEVO EQUIPAMIENTO CULTURAL

El mundo por museo

El Museu de Cultures del Món abre sus puertas entre las críticas de oposición y expertos por proveerse del Etnològic y limitar su patrimonio

Visitantes en una de las salas dedicadas al arte de Oceanía del Museu de les Cultures del Món.

Visitantes en una de las salas dedicadas al arte de Oceanía del Museu de les Cultures del Món.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En un entorno de mestizaje sin parangón en toda la ciudad, en pleno corazón de Ciutat Vella, abrió ayer sus puertas el Museu de Cultures del Món. Un enclave de intensa mezcolanza que tiene continuidad en clave pretérita con la exposición de las casas de Nadal y del Marqués de Lió, una selecta muestra del patrimonio artístico de Asia, África, América y Oceanía. La amalgama llega también con las opiniones respecto a la esencia del proyecto, con casi toda la oposición municipal y no pocos expertos cuestionando que para alumbrar el nuevo centro se disgregue el corpus del Museu Etnològic.

Una controversia que obvió el presidente, Artur Mas, en su discurso de inauguración, en el que se abstrajo de todo el exotismo y la tradición que le rodeaban para posar su mirada a 600 kilómetros y circunscribirla a la más rabiosa actualidad. Lo hizo para cuestionar que el Gobierno español se plantee recurrir contra las delegaciones de la Generalitat en el extranjero, en una estrategia que calificó de mentalidad «decimonónica y cerrada».

En contraposición, Mas exhibió el carácter de una ciudad abierta a «la diversidad» y que destila con singularidad su 'melting potun crisol de razas y una proyección cultural que la han llevado de ser una ciudad importante en España a referencia internacional. «Si en algún lugar tiene sentido un museo de culturas del mundo es en una ciudad del mundo como es ahora Barcelona», sostuvo.

CONTROVERSIA

Entre máscaras de Sierra Leona, urnas funerarias filipinas y morteros rituales americanos, el presidente aproximó el foco aún más, hasta situarlo en la capital catalana, aunque sin dejar de mirar de reojo a 600 kilómetros. Lo hizo para mostrar su gratitud a la gestión del alcalde, Xavier Trias, en estos últimos años de «situación financiera complicada», en los que el consistorio, dijo, ha sido el garante de que los ciudadanos «no pierdan servicios» que el Govern no podía asumir.

Trias mostró su satisfacción por el nuevo equipamiento, que es también «capitalidad y proyección al mundo», al tiempo que ensalzó la calidad patrimonial de las 529 piezas de la muestra, «fundamental para entender el mundo moderno». Agradeció la colaboración privada de las colecciones Folch, Duran Vall-llosera y de la fundación Jordi Clos, si bien 120 de las piezas provienen del Museu Etnològic.

Un trasvase que topó con la resistencia de la oposición, que reclamó sin fortuna un periodo de reflexión para redefinir el proyecto. Ochenta profesores universitarios firmaron un manifiesto contra la decisión, que calificaba de «pesebre» y «expolio» y criticaba que el Etnològic era «arrastrado» por la marea identitaria que envuelve a Catalunya. Más oposición en los alrededores del centro, con una protesta para reclamar un local digno para el Ateneu Enciclopèdic.