Las niñas de Golferichs

Antiguas alumnas del colegio que las monjas vendieron a Núñez y Navarro recuerdan su niñez

Las exalumnas, en el patio de Golferichs.

Las exalumnas, en el patio de Golferichs.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Ha regresado a su vieja escuela en varias ocasiones. Para hacer distintos cursos: de country, de vinos..., aunque el que más recuerda es el de inglés. No precisamente por lo aprendido. Lo impartían en el aula que durante su niñez fue la biblioteca del colegio al que acudió a diario de los 5 a los 15 años, entre 1947 y 1957. "No aprendí nada porque tenía la cabeza en todo menos en el inglés. Decía yes, yes", bromea Maria Conxa Porrera. Ese "en todo" son los numerosos recuerdos que guarda del colegio de las dominicas que hubo en la Casa Golferichs durante el largo franquismo, hasta que la orden vendió el edificio a Núñez y Navarro. Entre ellos, destaca el de la monja Maria Magdalena. "Todas las monjas era duras, y ella era una excepción. Nos quería mucho. Cuando el profesor preguntaba nos chivaba las respuestas", evoca la mujer. Sí, la escuela era de niñas -"así lo quiso Golferichs", pero había profesores de sexo masculino. "No nos dejaban solas con ellos. Siempre había una monja vigilando", apunta la mujer, la más veterana de las reunidas.

En el encuentro, celebrado en el antiguo comedor del colegio, están también Conxita Soler, Maria Josep Serra y Montserrat Oliveres, las tres compañeras de clase en el colegio, unas cuantas promociones más jóvenes, y aún amigas. "Y no somos las únicas, yo también conservo la amistad con otras dos excompañeras de clase", añade orgullosa Montserrat.

Los protagonistas

Una de las culpables del encuentro es Cati Sánchez, directora del Centre Cívic Casa Golferichs, que acaba de celebrar su 25º aniversario. "Queríamos poner el acento en las personas, que al fin y al cabo es para las que trabajamos. Que los protagonistas del aniversario fueran los usuarios. Muchas de las personas que vienen tienen una vinculación muy fuerte con el espacio. Algunas porque participaron en su defensa. Otras porque fueron alumnas de la escuela ", explica la directora, quien abrió una convocatoria para que estas volvieran al centro y compartieran sus experiencias.

Maria Josep, compañera de clase de Montserrat y Conxita, tiene recuerdos de una cosa y de la otra. Fue alumna y también participó en la lucha vecinal por la recuperación del edificio, cuando, tras su compra, Núñez y Navarro intentó tirar el Xalet, como se conocía entonces a la torre del 491 de la Gran Via. "En aquella época tenía niños pequeños y no me pude encerrar, pero mi marido estaba muy metido", cuenta la mujer, la única de las cuatro que sigue viviendo en Sant Antoni. Aquella fue una lucha conjunta de los dos barrios, de la Esquerra del Eixample, donde está físicamente la torre, y del vecino Sant Antoni. Entonces ninguno de los dos tenía centro cívico.

La recuperación de la Casa Golferichs que ahora celebra su cuarto de siglo ha sido uno de los grandes hitos de la lucha vecinal de la capital catalana. Una de las contadas ocasiones en las que David vence a Goliat. "Siempre señalamos a Núñez, pero quienes vendieron el edificio que les habían cedido para educar a las niñas del barrio fueron las monjas", concluye muy crítica.