LA BARCELONA DEL SIGLO XXI

Un paseo para navegantes

El paseo de Gràcia refuerza su wifi con ocho nuevas marquesinas de autobús inteligentes

Una de las nuevas marquesinas inteligentes del paseo de Gràcia.

Una de las nuevas marquesinas inteligentes del paseo de Gràcia.

CARLES COLS / BARCELONA

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Aviso a navegantes. Desde ayer están ya a pleno rendimiento lo que el Ayuntamiento de Barcelona ha bautizado como las smartquesinas, contracción anglohispana de smart (inteligente) y marquesina (que no necesita traducción). Son ocho paradas de bus del paseo de Gràcia (560.000 euros han costado) que, además de lo convencional --una banqueta para sentarse y un techo para guarecerse- prestan sobre todo dos servicios sin los que cada vez es más ingrato vivir: wifi y puerto de conexión para cargar las baterías del teléfono móvil. Así que el paseo de Gràcia es la primera calle de la ciudad en la que es posible desplegar gratis las velas en internet y, sobre todo, sin quedarse varado en un bancal porque la batería del móvil se ha quedado seca, un accidente, por cierto, muy común.

En realidad, las smartquesinas (aunque sea solo por marcar distancias, hay que insistir en que es el nombre elegido por el ayuntamiento, no una gracia periodística) son solo la punta de un iceberg tecnológico mayor. Las obras del paseo de Gràcia han permitido ensayar lo que se pretende que sea la Barcelona del siglo XXI. Hay sensores que cuentan el tráfico de vehículos. Otros, los niveles de sonido. La iluminación incorpora también dispositivos de gestión inteligente. Todo eso está muy bien, facilita información muy interesante en tiempo real a los responsables municipales de cada área, pero desde la perspectiva del ciudadano puede que sean las marquesinas y lo que conllevan lo que implique un mayor salto ciudadano al sofá de la comodidad tecnológica.

«En un primer momento, la opción de instalar conexiones para cargar el móvil en la estructura de la marquesina no estaba prevista, pero cuando lo hicimos en una prueba piloto en la calle de Casp descubrimos que se usaban muy a menudo, eran un éxito», explica Josep Ramon Ferrer, director de Smart Cities y Estrategia TIC del ayuntamiento.

Son muy discretas. Si uno no se fija pueden pasar desapercibidas. Están tras una tapa de plástico transparente en una de las columnas de la marquesina. Hecha la prueba ayer, funcionaban a la perfección.

También el wifi. Es necesario un sencillísimo trámite la primera vez que se emplea esa red inalámbrica. Después, aunque a muy pocos nudos, se puede navegar. Es así, a paso lento, porque las empresas de telefonía son un lobi muy territorial, como los lobos. Este tipo de iniciativas municipales que entienden que el wifi es el equivalente actual de la fuente pública de agua terminan a veces en los tribunales. Así que el Ayuntamiento de Barcelona ha optado por ofrecer de forma gratuita una red de escasa potencia, dentro de los estrechos márgenes que brinda la ley si se pretende que sea gratis. Total, que se puede navegar, sí, pero que nadie pretenda cuidar su granja de Hay Day o entrenar a sus tropas de Clash of clans, por poner dos ejemplos de aplicaciones lúdicas del móvil. Si se necesita enviar un archivo que pese más de lo que resiste el wifi gratuito, queda la opción de contratar allí mismo, desde las aceras del paseo de Gràcia, un servicio de pago de gran capacidad y temporal. Que se sepa.

Las marquesinas, por último, incorporan otro dispositivo. Son unas enormes pantallas táctiles situadas en la parte posterior de la estructura. Hay que tocarlas para descubrir que no son una simple pantalla de publicidad. Hay que reconocer, además, que son útiles. Permiten, por ejemplo, buscar la mejor ruta y la mejor combinación de transporte para ir de un punto a otro de la ciudad. Ofrecen también información sobre el Bicing, sobre las estaciones más cercanas y sobre la disponibilidad de bicicletas. Los comerciantes del paseo no han desaprovechado para publicitar ahí todos los establecimientos abiertos al público. La guinda es que una de las ventanas disponibles en esa pantalla táctil abre una lista de las llamadas tiendas emblemáticas de Barcelona y, entre ellas, figuran varias que ya han cerrado o lo harán en breve víctimas de la ley de arrendamientos urbanos. En eso, las marquesinas no son muy smart, pero solo en eso.