NOVEDAD EDITORIAL EN CIUTAT VELLA

¿Quién mató al Chino?

Punto de inflexión 8 La calle d'en Robador en el 2011, durante las obras de construcción de la Filmoteca, que debía «dignificar» la zona.

Punto de inflexión 8 La calle d'en Robador en el 2011, durante las obras de construcción de la Filmoteca, que debía «dignificar» la zona.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El antropólogo Miquel Fernández González se lo deja claro al lector desde la primera frase: "esta es una investigación sobre la violencia". Así empieza Matar al Chinoentre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval, la tesis doctoral de este profesor de la UAB y miembro del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà que acaba de publicar Virus Editorial. El trabajo intenta, en palabras de su autor, "desnaturalizar el orden institucional y las lecturas estigmatizadoras establecidas sobre el Raval -y más concretamente sobre la calle d'en Robador- aprovechando las herramientas de la antropología y la sociología". Matar al Chino Matar al Chinoes, entre otras cosas, "una celebración de lo indomable de la vida urbana", como lo define Mónica Montserrat Degen en el prólogo.

Fernández parte y llega a la conclusión de que el poder se ha valido de una representación onerosa del barrio para justificar la fiscalización de sus costumbres y la expulsión de su población. Costumbres que se salen de lo políticamente correcto, consideradas incívicas y hasta ilegales. Sustenta esa visión a partir de dos trabajos: uno, historiográfico, y otro, etnográfico. En el primero, propone entender el barrio como un "laboratorio especializado en el desarrollo y aplicación de culturas de control sobre población obrera". En el segundo, radiografía de forma muy crítica la calle d'en Robador, en el corazón del barrio. Describe las prácticas sus habitantes para procurarse la subsistencia -donde destaca la prostitución- y la intensa presión que sobre esta población y sus prácticas llevan a cabo los cuerpos de seguridad.

Mucha gente muy normal

Uno de los elementos más reveladores que constata el libro es que, pese a que hablar de esta calle siempre comporta "un aliño de delincuencia y perversión", en Robadors vive "mucha gente muy normal". Quédense con el título del capítulo: De vecinos tradicionales, tipos raros, mujeres comunes y modernillos presentándose, esquivándose, enfrentándose.

La tesis de Fernández -dirigida por el antropólogo Manuel Delgado- acaba poniendo en duda el dogma del papel transformador del urbanismo. "La planificación urbanística no es una herramienta tan potente como algunos académicos presuponen. El trabajo de Fernández ilustra la manera en que los vecindarios despliegan sus propios ritmos y realidades", concluye Degen en su elogioso prólogo. Y es que Matar al Chino se basa en la idea de que el urbanismo no es solamente una idea utópica y una práctica física, sino que es también y sobre todo una técnica de intervención social, que oculta estructuras de poder e intereses económicos bajo la retórica del "bien público".

Con motivo de la publicación del libro en el barrio han organizado una serie de debates sobre la muerte -o asesinato- del chino llamado Un barrio digno se resiste a ser destruido. Ayer a mediodía celebraron la charla Convivencia y acoso institucional en el Raval, a cargo del autor y del colectivo Prostitutas Indignadasque llevan semanas movilizadas. El encuentro-vermut, que acabó celebrándose en la Casa de la Solidaritat por el mal tiempo, se planteó inicialmente en el solar bautizado por los vecinos como Ágora Juan Andrés, en la calle de Aurora; solar vacío frente al lugar en el que murió tras ser golpeado Juan Andrés Benítez, que los vecinos han abierto y arreglado con sus manos, y donde organizan acciones de la resistencia de un Chino que no se resigna a morir.