RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN LA CAPITAL CATALANA

Hijos orgullosos del Somorrostro

BCN descubre la primera de las 11 placas que rendirán homenaje a los miles de personas que vivieron en barrios de barracas

Julia besa la placa que recuerda desde ayer a los barraquistas en el Somorrostro.

Julia besa la placa que recuerda desde ayer a los barraquistas en el Somorrostro.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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La de ayer fue una mañana de ¿me conoces? De caras emocionadas. De lo siento, pero ahora no caigo. De soy Fulanita, la de Menganita. De no me digas, Fulanita, pero qué alegría, sinceros. De abrazos sentidos. De pero cómo puede ser, si estás igual. De tú sí que estás igual. De hay que ver cómo ha cambiado todo, qué barbaridad. De lágrimas de felicidad y de sonrisas tristes, en el extraño espacio entre la nostalgia y la victoria. Una victoria, sobre todo, de Julia Aceituno, cuyas bellas y sabias palabras hicieron enmudecer la ciudad; una ciudad que ayer, al fin, le rendía homenaje."Veo la playa ahora, tan linda, y me emociono. Me emociono al pensar en todas las personas que vivimos aquí y la miseria que pasamos. Y me emociona ver que ya no somos la ciudad olvidada". Julia habló con el corazón y con las entrañas y se conmovió al recordar a su hermano, que dormía en una manta en la playa porque en su barraca solo había sitio para su madre y para ella. Él también luchó por lograr el reconocimiento a todas aquellas personas que ayudaron a levantar la Barcelona que hoy conocemos, pero no llegó a tiempo a ver la flamante placa destapada ayer en la rampa de acceso a la playa del Somorrostro, topónimo que la primera victoria de la Comisión Ciudadana para la Recuperación de la Memoria de los Barrios de Barracas -la ponencia del nomenclátor aprobó el cambio de nombre de este tramo de la playa a petición de este grupo de activistas.

Tras una larga ovación, todos se acercaron a saludar a Julia. "Te he visto y en seguida he sabido que eras del Somorrostro. Yo también viví aquí de niña. Trabajé en la fábrica liando caramelos. ¿Conocías a Teresa? Todos decían que era mala, pero conmigo se portó siempre muy bien, y me daba un puñado de caramelos a escondidas". Hablaba una mujer elegante, quizá algo más joven que Julia. Ella le regaló esa sonrisa melancólica que no la abandona. "¡Teresa, claro! Yo también trabajé allí. No era mala, pero era la encargada, era su trabajo", contestó Julia, quien le explicó que ella en seguida entró de aprendiz de modista en un taller de la calle Comptal.

"Este es mi hermano"

"Estoy contenta porque mi hermano sale en la foto. Mira, este es mi hermano, mi cuñada, mi sobrina...". Julia señaló una de las fotografías del plafón instalado al lado de la placa de bronce. Los periodistas Alonso Carnicer y Sara Grimal, impulsores de la campaña, junto al líder vecinal Jordi Giró, andaban también emocionados. "Cada vez aparece más gente. ¡Mira esto!", dijo contento Carnicer mostrando la fotografía que le había dado uno de los exvecinos de alguno de los 14 barrios de barracas que hubo en la Barcelona preolímpica que ayer decidió, por primera vez, ponerse en contacto con la comisión. El camino entre la vergüenza y el orgullo que han recorrido estas personas es largo y cada uno lo anda a su ritmo.

Julia no fue la única que habló en un acto que tampoco quisieron perderse fotógrafos que en su día retrataron los barrios de barracas y cuyas fotos ayudan hoy a recomponer el imaginario colectivo, como Pepe Encinas y el veterano Ignasi Marroyo. "Ahora los jóvenes se van a África a hacer fotos, en nuestra época veníamos a las barracas", contó Encinas frente a una de sus fotos de La Perona en el plafón.

La historiadora Mercè Tatjer, también miembro de la comisión ciudadana, aprovechó el micrófono y la presencia del alcalde Trias, que presidió el acto, para reivindicar la importancia de recuperar la historia de la ciudad, que va desapareciendo de forma fulminante. "Lo vemos a diario con los establecimientos y los edificios", apuntó la historiadora, quien insistió en que la placa descubierta ayer es solo la primera de 11. Falta colocar tres placas grandes más en Montjuïc, el Carmel -en el futuro museo del barraquismo en el Turó de la Rovira- y La Perona, y siete más pequeñas en núcleos menores pero igual de significativos.