A PIE DE CALLE

Luchas 'on line' en tren y metro

Catalina Gayà

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E l tren de las 8.24 horas que viaja desde Barcelona hasta la UAB es un territorio legañoso que transporta a estudiantes enmudecidos frente a las pantallas de sus gadgets, sean móviles o tabletas. El jueves de la semana pasada el silencio se cortaba por curiosas expresiones de dolor: «Augs» y «Uf». En un vagón, 10 espectadores estaban conectados a un videojuego en línea que mueve a 32 millones de personas en todo el mundo. Se jugaba una semifinal. Esta semana, se juega la final.

Esta crónica entraba así al mundo del e-sport, un universo que tiene comentaristas, en el que hay premios millonarios, producciones multimillonarias y que viaja, en silencio, en transporte público.

En el tren y en el metro, hablo con usuarios de videojuegos y lo primero que  aparece es el concepto de «horas muertas» y de «aburrimiento». En el tren, decía una joven ayer, «no hay nada que hacer». Un anuncio del Valle de Núria pasaba en las pantallas. Nadie lo miraba. Ningún pasajero tenía la mirada perdida en el cielo azul o hacia Collserola. «¿A qué juegas?»: La chica eliminaba chucherías coloreadas de una pantalla.

La aparición de los smartphones, en el 2009, cambió los hábitos de los pasajeros del metro, tren o autobús: los calló, les bajó la mirada y los encerró en burbujas. Hoy, la mayoría chatea. La minoría lee y muchos adoptan

-en un anonimato real, pero no virtual-, la identidad de guerrero, de dios, de fauno... Los anunciantes lo tendrán claro porque la publicidad de los videojuegos y la oferta formativa se publicita bajo tierra.

Batallas de dos estaciones

Hablo con Gerard Pastor. Tiene una empresa especializada en música para videojuegos y cine y, explica, juega «mucho a través del smartphone en el transporte público». «Son partidas de cinco minutos». Me introduce un juego de tanques de la segunda guerra mundial que enfrenta a nazis, soviéticos y estadounidenses. Dice que «no hay vínculos emocionales con el bando», el lazo es con la máquina. El juego es rápido, ideal para el transporte público: siete jugadores on line contra otros siete, hay que capturar la bandera del adversario. El bando, aleatorio. Los jugadores, desconocidos. El tiempo: tres paradas. Destaca el conocimiento que aporta de la segunda guerra mundial y de la maquinaria: «Nunca pensé que sabría tanto de tanques».

Lo mismo decía, el miércoles, un joven que, en la línea roja de metro, veía en Youtube las mejores jugadas de una lucha de dioses. En la pantalla aparecían dos comentaristas con corbata a lo NBA. Explicaba que tiene que saber los atributos de los dioses griegos y romanos para poder defenderse. En Barcelona, las primeras consolas portátiles viajaron en las líneas roja y lila, las que transportan  la comunidad china barcelonesa.

Ahora en muchos asientos de cualquier línea hay dioses, guerreros, faunos… Ayer, en un tren de tarde, una chica me mostraba en una tableta la construcción de una aldea. No conocía a «su clan» porque es «global». No necesita palabras.