El milagro de Sant Cosme

Un grupo de vecinos de Sant Cosme posa con Manu Chao (con gorra) frente al bar Casa Ramon, uno de los lugares míticos del barrio, el miércoles.

Un grupo de vecinos de Sant Cosme posa con Manu Chao (con gorra) frente al bar Casa Ramon, uno de los lugares míticos del barrio, el miércoles.

HELENA LÓPEZ / EL PRAT DE LLOBREGAT

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Pasea por la animada -no solo por las obras- calle del Riu Llobregat y todo el mundo le conoce, saluda e incluso abraza. «Hombre, ¡Manu!». Lo mismo sucede con la clientela de Casa Ramon, uno de los centros neurálgicos de la vida social en Sant Cosme, barrio donde hoy empieza el festival Esperanzah, sarao cuyo cabeza de cartel es Manu. Un Manu que no es otro que Manu Chao. El músico pasó una semana en el barrio en el 2008 y dejó una aún muy presente huella. «La pregunta de por qué se organiza un festival así en un barrio como Sant Cosme es equivocada. Esto pasa aquí porque aquí es donde pasan las cosas», reflexiona el cantante. ¿Qué cosas? Cosas como el nacimiento de la primera cooperativa de telefonía del Estado, Eticom, una de las estrellas de la «fiesta de la economía solidaria», como se define el festival Esperanzah, que combina conciertos de artistas como Txarango, Calima (hoy) o Manu Chao (mañana) y una feria de economía alternativa. Todo eso en el Parc Nou de El Prat de Llobregat, el lugar «donde pasan las cosas».

Pese a que no quieren poner énfasis en ello, es innegable que un festival así ayuda a romper los prejuicios que la mayoría de sociedad -la que mira el bario de lejos, sin verlo- aún arrastra sobre esta estigmatizada barriada, levantada a principios de los 60 para acoger a la población que vivía en las barracas de Montjuïc. No pocas personas se acercarán hasta Sant Cosme solo para ver tocar (gratis) a Manu Chao. Será una vez allí cuando descubrirán que el lugar acoge un laboratorio para la economía solidaria en el que han nacido cooperativas de todo tipo, sobre todo alimentarias y de consumo. «Esperanzah se celebra en Sant Cosme porque somos de aquí y estamos orgullosos de ello», sentencia Òscar Rando, presidente de Grupos Asociados por el Trabajo Sociocultural, Gats, la hiperactiva entidad organizadora del festival solidario.

ROMPER ESQUEMAS

Y es que si Sant Cosme sigue siendo un barrio que se conoce más por su conflictivo pasado que por su vivo presente es por la tozudería del imperturbable imaginario colectivo, no porque este no se haya movido y mucho. «Somos un barrio de gente obrera, donde la gente trabaja para cambiar las cosas. Queremos transformar el mundo y para ello no tenemos que contar solo con los convencidos, sino que debemos convencer al resto. El Festival Esperanzah es una herramienta para eso», prosigue Rando ante el asentimiento de Chao en la mesa del fondo de bar Casa Ramon, en el corazón de Sant Cosme. Aquí el cantante parisino -estrella internacional convertida por convicción en «músico de proximidad», rey de los bares, «las mejores salas de ensayo»- se siente como en casa. Antes de entrar en el bar, Chao se encontró con Lumi en la parada del bus. Lumi es una de las mujeres que forma el colectivo Dones Sàvies, entidad nacida bajo el paraguas de Gats. Un grupo de mujeres mayores del barrio que han descubierto, entrada la madurez, el sinfín de oportunidades que ofrecía Sant Cosme fuera de las paredes de su casa y lo mucho que ellas podían aportar al mismo, participando activamente en el tejido asociativo.

Lumi y Chao son viejos conocidos. Las Dones Sàvies han asistido a conciertos del autor de Clandestino. En uno de ellos, Lumi le cantó una canción a él. En el marco de los milagros de Sant Cosme -gracias también a la varita mágica de la entregada gente de Gats-,

Lumi incluso ha visitado París, ciudad natal de Chao. Fue en una experiencia pionera para que las mujeres de Sant Cosme, que han vivido siempre a los pies del aeropuerto, viendo sobrevolar los aviones, pudieran subir a uno de ellos. Las Dones Sàvies también son las encargadas del célebre festival de sopas del lugar y no se perderán este fin de semana la cita en el Parc Nou.

El tema central del festival de este año -encuentro que es el hermano pequeño de otro realizado en Bélgica con el mismo nombre, inspirado en una canción del propio Chao- es la corrupción, cuestión que no podría estar más de moda estos días con las tarjetas opacas de Caja Madrid. Estos días en el barrio andaban preparando una pastilla de jabón que pretenden que sea la más grande del mundo.

JABÓN AL POR MAYOR

«La hemos hecho recogiendo aceite usado en el barrio durante todo un año. Queremos demostrar cómo a partir de lo sucio puede nacer algo nuevo. Podemos limpiar toda esta corrupción y empezar una nueva sociedad entre todos. «Ese es el objetivo de Esperanzah», concluye Rando. El futuro de la macropastilla lo decidirán estos días entre todos, que es como les gusta hacer las cosas. Ideas no les faltan. «Podríamos entregar un trozito a cada parlamentario», fantasean.