CONFERENCIA EN EL FÒRUM EUROPA TRIBUNA CATALUNYA

Trias señala la zona del Morrot como el peor lugar de la ciudad

Xavier Trias, durante su intervención en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya.

Xavier Trias, durante su intervención en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya. / periodico

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Llega el momento del balance, de exhibir en el escaparate electoral la acción de gobierno de los últimos tres años. Xavier Trias desayunó ayer entre amigos en el Hotel Palace e hizo de la prudencia virtud al abordar de manera muy superficial los temas espinosos que pueden manchar su primer mandato como alcalde. Se refirió al turismo de Barcelona como «certificado por la Unesco, cívico, responsable y sostenible», y recordó que en años pretéritos -en referencia a la etapa socialista- el visitante venía atraído, según él, por el lema «venga y podrá hacer lo que quiera». Hizo referencia a Glòries, el peor lugar de la ciudad hasta que se inició su reforma. Ese dudoso honor lo ocupa ahora, detalló, la zona del Morrot, bajo los acantilados de Montjuïc, un desorden urbanístico en el que coinciden una roca en erosión que se utilizó para la construcción de muchos de los monumentos de la capital catalana, el puerto, la Ronda Litoral, un cementerio y un barrio, La Marina del Prat Vermell, que no acaba de encajar.

Lucha contra el paro, asegurar la vivienda y una capital que funcione bien; esos fueron los ejes de una intervención en la que no hubo un solo apunte novedoso. Vienen elecciones, más vale no abrir nuevos melones. Trias rechazó las críticas a su gestión del turismo aunque admitió que es una actividad económica que genera problemas: «Hay que dar respuesta al comportamiento incívico de algunas personas». El lunes por la noche pudo tomar la temperatura a este asunto en el pleno extraordinario celebrado en Ciutat Vella, en el que los vecinos plantaron a la concejala Mercè Homs no sin antes afearle su tibieza con los pisos de alquiler por días. «Algunos quieren hacer creer que solo trabajamos para el turismo cuando somos una ciudad con una economía diversificada: industria, comercio, logística, nuevas tecnologías…». La solución a este conflicto pasa por una batería de medidas de sobra conocidas y que ayer tuvo a bien repasar: descentralizar el turismo a base de generar atracción en los 10 distritos, aumentar la plantilla de la Guardia Urbana, endurecer las sanciones, modificar el destino del dinero que se capta con la tasa turística y reclamar a Madrid una porción del IVA que los visitantes pagan en la ciudad.

El alcalde se refirió al intenso periodo de obras por el que atraviesa la ciudad, y al abordar el proyecto de la plaza de las Glòries regaló una confesión: «Pensaba que me facturarían para casa». Se adivinaba un gran caos circulatorio tras el derribo del tambor, pero el tráfico ha sido mucho más fluido de lo que la lógica invitaba a adivinar. Fue en ese momento, a preguntas de los periodistas, cuando fijó su mirada en el Morrot, una zona, aseveró, que parece el «basurero» de la ciudad.

UN PACTO IMPOSIBLE

Sobre la situación política en el ayuntamiento, admitió que gobernar en minoría no es fácil. En ese punto echó mano de una comparación algo arriesgada hecha a partir de sus tiempos de pediatra. «Lo que es difícil de verdad es estar de guardia y que se te muera un niño», compartió. Celebró que Jaume Collboni (PSC) se avenga a debatir los presupuestos del 2015, aunque el pacto es una posibilidad francamente remota por dos razones: al anterior líder socialista, Jordi Martí, casi le cuesta el cargo su abstención, que permitió a CiU en el 2012 aprobar el plan de acción municipal, y allanar el camino a tu rival en vísperas de acudir a las urnas sería una maniobra insólita. Para conseguir un gobierno «fuerte y estable» que permita tomar decisiones importantes, el líder de CiU consideró que una segunda vuelta electoral permitiría escoger a un gobierno en mayoría que facilitara el manejo de la ciudad. Con la posible entrada de Guanyem, Podemos, Ciutadans y la CUP en el arco municipal, parece que la realidad va en sentido contrario.

En uno de los escasos apuntes sobre el futuro de Barcelona, Trias se acordó de Collserola y apeló a la necesidad de «abrirse a la montaña», después de que en 1992 se iniciara el rescate del frente marítimo.