El deporte acuático se instala con fuerza en el litoral del Port Olímpic
De repente sentimos cómo la frecuencia cardíaca se dispara. El miedo invade nuestro cuerpo y los vasos sanguíneos se contraen. Las articulaciones se tensan en milésimas de segundo. Los conductos de aire se dilatan y los nervios se apoderan de nuestro cuerpo. Es el momento exacto, la adrenalina invade y sacude nuestro cuerpo. Unos segundos de éxtasis y emociones que llevan al ser humano al límite. Instantes que aterrorizan a unos y enamoran a otros, los más osados, que quedan seducidos y repiten siempre que pueden.
Los fanáticos de este tipo de sensaciones tienen en Barcelona un lugar ideal para experimentar: el Port Olímpic. En el litoral de la capital catalana pueden 'cabalgar' entre las olas con motos acuáticas, volar acoplados a un 'parasailing' a 50 metros de altura, o planear en 'flyboard' simulando ser un delfín. Estas son algunas de las múltiples actividades acuáticas que ofrecen las empresas instaladas en el litoral y que cada vez son más demandadas por parte de los visitantes. Una oferta compuesta por decenas de artilugios, la mayoría de fácil manejo, que además arrasan entre todo tipo de público, sean de la edad que sean.
«Es una diversión inigualable, no se pueden explicar las sensaciones que se tienen, hay que vivirlo», comparte Pilar, una joven de El Ferrol que ha venido a Barcelona a disfrutar con toda la familia de unos días de vacaciones y, de paso, de «esta impresionante experiencia». Este abanico de actividades es difícil de encontrar en otras ciudades marítimas. Esta gallega lo tiene claro: «En Galicia hacer actividades de este tipo es complicado, son ideales para ciudades del mar Mediterráneo, más tranquilo, pero no para las imponentes olas del Atlántico». Algo tendrá que ver también que la ciudad reciba cada año a 7,5 millones de turistas.
Entre las simbólicas torres del 'skyline' de Barcelona -el Hotel Arts y la Torre Mapfre- se encuentra este recinto de ocio acuático, todavía poco conocido pero uno de los más novedosos y con una tendencia de crecimiento más elevada. Para los aficionados al mar es parada interesante. Pero también para cualquiera que se atreva a probar la aventura, siempre que no le importe sufrir algún que otro chapuzón en alta mar y además pueda permitirse el precio de la aventura, que no está al alcance de todos los bolsillos. Media hora de moto de agua cuesta 100 euros; una hora de kayak, 30, y 15 minutos de 'flyboard', 85. Todo, sin necesidad de carnet ni licencia. «Cada vez tenemos más clientes, sobre todo turistas pero también gente de la ciudad», asegura Ricard, director de Corsa Náutica. «Desde que empezamos, hace ahora unos cinco años, las empresas que ofrecen servicios de este tipo han ido aumentando de forma considerable», explica.
Ocho empresas
Este verano se ha generado una amplia oferta que hasta hace muy poco no existía. Algunas de las empresas que ahora están instaladas en la ciudad llevan años en activo en la Costa Brava. El indiscutible potencial turístico de Barcelona les ha obligado a desplazarse hasta aquí. En el 2011, Corsa Náutica, una de las primeras del sector en situarse en el Moll de Mestral, apostó por poner cinco motos de agua para alquilar. Al verano siguiente fueron 13 y este año se ha producido el gran desembarco. En el lugar ya se han instalado ocho empresas, entre las que se encuentran Aventura Náutica, Escola Port Barcelona o Blue Magic Cat. Si se contabiliza a autónomos que alquilan su barco por horas, la cifra se dispara. A lo largo de los 10 kilómetros de playa se sitúa, más apartada, alguna que otra empresa. El número de motos de agua ya se aproxima a las 40 y la cantidad de actividades que pueden practicarse superan la veintena. Sin duda una de las flotas marítimas del sector más suculentas de Europa.
La explotación del turismo náutico cogió carrerilla en el momento en el que los famosos empezaron a aparecer luciendo palmito en lujosos yates o remando sobre una tabla de 'paddlesurf', sin contar con las decenas de vídeos que se comparten a diario en las redes sociales practicando 'flyboard'. «Hasta hace muy pocos años cualquiera que quisiese hacer alguno de estos deportes acuáticos tenía que irse lejos de Barcelona», explica Joan, un barcelonés que es cliente habitual y un apasionado de las motos acuáticas. Eso se acabó.
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