Cinco generaciones en la Barceloneta

Forner recibe un beso de su amigo Pepe Rubianes en el desaparecido bar Emilio.

Forner recibe un beso de su amigo Pepe Rubianes en el desaparecido bar Emilio.

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Es difícil que Vicens Forner pueda caminar un trecho por la Barceloneta sin saludar a unas cuantas personas durante el trayecto. Es el sino de los cronistas que pisan la calle, y ese es el título en el que debería estar diplomado hoy un hombre que fue forjador naval en su taller durante cuatro décadas antes de que la enfermedad lo jubilase. Ha publicado 'Crónicas de L'Òstia' (editorial Alrevés, 2013), unas memorias de su vida en la Barceloneta cargadas de anecdotario. Nacido en 1949, pertenece a la quinta generación de una familia arraigada en el barrio, cuyos rincones patrulla con la cámara a la caza de la imagen que sacie su otro apetito entusiasta: la fotografía. En esas estaba el pasado día 20, a eso de las nueve de la mañana, cuando se apercibió de un alboroto ante un colmado de la calle de Joan de Borbó, casi en la esquina con la plaza del Mar. Cinco jóvenes deambulaban, sin tapujos y completamente desnudos, como coronación del concepto 'todo vale' en una ciudad esclava de un modelo turístico. La foto apareció en portada de este diario y dio la vuelta al mundo (literalmente, porque se ha publicado incluso en Australia). A él lo han ido a buscar desde canales franceses hasta la BBC, y la imagen ha sido el hasta aquí hemos llegado de un barrio vital que lucha por su dignidad.