Terrazas a juicio

Terraza de la Rambla Catalunya, zona singular con algunas normas específicas.

Terraza de la Rambla Catalunya, zona singular con algunas normas específicas.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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una cañita para refrescar (y amenizar) una tarde de verano puntúa doble si se toma a la fresca. Y lo mismo sucede con una cena, una copa entre amigos, y hasta con el café de primera hora. Los barceloneses son adictos a terracear en verano y todo bar o restaurante que se precie trata de abrirse al exterior lo más generosamente que puede. Solo que los mismos que gustan del relajante ritual son los que se quejan cuando las mesas y sillas ocupan demasiado espacio vital del peatón. Y en ese frágil equilibrio de amor-odio, el ayuntamiento trata de encajar una ordenanza que tiende a homogeneizar criterios en todos los distritos, a eliminar licencias creativas y a garantizar la convivencia de ocio y negocio. El último balance municipal, ofrecido ayer, establece que Barcelona cuenta actualmente con 4.501 terrazas, tras haber denegado 876 permisos este año.

La normativa impulsada por el municipio en enero obliga a cualquier nuevo velador que se instale a cumplir una larga lista de requisitos, mientras que en el caso de las ya existentes el ayuntamiento estableció distintos plazos para ir adaptándose sin tanto perjuicio económico.

Pero desde el pasado 1 de enero hay una serie de requisitos exigibles (no tener elementos adosados a la fachada, no contar con más de una pizarra o atril, no colocar publicidad en los elementos de la terraza, ni mobiliario auxiliar, ni mamparas laterales, ni elementos anclados al mobiliario, ni elementos no retirables, ni alcorques nivelados, ni elementos de cocción o barras, ni iluminación de color) sobre los que se ha alertado ya por dos veces a todos los operadores. En la última ronda de inspecciones (aún no sancionadoras), concluida el 30 de junio, fueron un 44% (casi 2.000) los negocios que cumplían al 100% con lo establecido. El resto, un 56%, acumulan entre una (1.460 casos) y siete infracciones (solo uno). La siguiente fase será ya de multas económicas.

Lo más grave, no obstante, es la detección de 268 casos sin licencia, que ya se están empezando a clausurar en distritos como Ciutat Vella, aunque todos tienen la oportunidad de tramitarla si cumplen las condiciones apropiadas. En paralelo, no cesa el trajín de peticiones. En unos meses se han denegado 876 permisos y no se han renovado 225 por ser morosas y no haber pagado la tasa. Una tasa que en el conjunto de la ciudad proporcionó el año pasado al ayuntamiento ingresos que rondaron los cinco millones de euros.

Más irregularidades

Habida cuenta de que al llegar el verano se dispara la picaresca y el afán de sacar partido a esos oasis exteriores, el ayuntamiento ha detectado más irregularidades en esta segunda ronda que en la primera fase informativa, en febrero, explicó ayer el concejal de Urbanismo, Antoni Vives. Para darle un empujón a la implantación del nuevo reglamento, el ayuntamiento se ha aliado con el Gremi de Restauració de Barcelona,  que llevará a cabo una nueva ola de visitas a todas las terrazas para asegurarse de que sus titulares conocen las novedades. Una pequeña guía facilita la pedagogía.

El presidente del gremio, Pere Chias, aprovechó la ocasión para defender al colectivo, ante quienes opinan que la ciudad está invadida de terrazas y que el espacio para el viandante no siempre es el deseable. «Son un elemento imprescindible de nuestra economía», alegó. La climatología y la ley antitabaco son los detonantes de una gran demanda de licencias, dijo, recordando que en los seis años de la crisis se han cerrado 2.000 bares y restaurantes de Barcelona, y son mucho los que necesitan de las terrazas para que les cuadren las cajas.

Pese a la colaboración con el consistorio, Chias, recientemente nombrado, no perdió ocasión de reivindicar «algo más de manga ancha y creatividad» en los veladores, que la normativa ha convertido en montajes casi estandar y sin florituras. El colectivo no pretende incumplir asuntos de medidas ni dotación de mesas, pero sí reclama más alegrías visuales, en la línea de metrópolis como Londres o Roma, detalló. La patronal ha encargado un informe externo para ver cuál es la situación normativa en otras urbes.

Lo que sí destaca en la capital catalana es el reparto desigual de la oferta. Una tercera parte se concentra en el Eixample (no solo por su centralidad, también por la amplitud de sus aceras y paseos), mientras que en Gràcia solo hay 181 terrazas. Unas y otras tendrán que ir incorporando paulatinamente nuevos requisitos de la ordenanza, como las condiciones de distancias (enero próximo), las de ubicación (2016), y sanitarias y de accesibilidad (2017).

Mientras, avanza la implantación de reglas específicas para las 31 zonas consideradas singulares. La Rambla Catalunya es la zona donde más se ha trabajado, con cambios que implican reubicar terrazas en pro de la movilidad. No obstante, en toda la ciudad se han impuesto horarios comunes: hasta medianoche entre semana y hasta la una de la madrugada los viernes y sábados. Sin distinción, aseguran.