Las perspectivas económicas de un sector clave en la ciudad

Barcelona se afianza como puerta de entrada y salida del turismo chino en España

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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Divas en la carretera puede que obre el milagro de multiplicar la presencia de turistas chinos en Barcelona, pero este es un mercado que el ayuntamiento corteja desde hace más de 10 años, aunque sin éxito hasta hace bien poco porque había un obstáculo en el camino: la Embajada española en Pekín era extremadamente celosa a la hora de estampar en los pasaportes chinos el visado turístico. Esa situación cambió hace dos años. Las autoridades españolas abrieron tres centros de expedición de visados en China, en Pekín, Shanghái y Guangzhou, y, además, ágiles. Barcelona recoge desde entonces los frutos de la aparentemente estéril labor llevada a cabo con anterioridad. Según Turisme de Barcelona, la ciudad es para los chinos la puerta casi obligada de entrada y salida de España si lo que contratan en su país de origen es una ruta por varias ciudades de la península.

En cierto modo, el propósito de los responsables de la promoción turística de Barcelona es cosechar un éxito similar al alcanzado con el turismo ruso, muy común ya en la ciudad y, sin embargo, esquivo aún en otros destinos, como Madrid. La comparación es especialmente oportuna porque del turismo chino se esperan unos hábitos de consumo muy similares a los de los rusos, que en gasto con tarjeta de crédito en Barcelona ya se han situado por delante incluso de los alemanes.

Según la teniente de alcalde Sònia Recasens, el 2014 será sin duda un año de crecimiento del mercado turístico chino en Barcelona. «En el 2013, los 74.000 chinos que visitaron la ciudad gastaron 53 millones de euros con tarjeta de crédito. Solo en los tres primeros meses del 2014 ya se ha alcanzado la mitad de esa cifra», reveló ayer la concejala. En comparación con el consumo que realizan los turistas de otras procedencias, aún son cifras modestas. Esa clasificación aún la encabezan, por ejemplo, los franceses, con 547 millones de euros, pero el poder adquisitivo de los turistas chinos que se pueden permitir un viaje de ocio a Barcelona es, a fin de cuentas, mucho más alto, reconoce Recasens. Es, además, un público distinto, «no busca sol y playa». Las compras ocupan un espacio central en sus días de vacaciones.