El microcosmos de las pujas se da cita en la ciudad

Barcelona despierta interés internacional con la mayor subasta de su historia

CARLES COLS / Barcelona

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Aunque sin un picasso que bata récords de venta o un Cary Grant que puje a lo loco para que le detengan (Con la muerte en los talones, 1959), vamos, tal vez sin un plus de glamur y de teatralidad, Barcelona celebra desde hoy y hasta el próximo jueves  la mayor subasta de su historia. Lo es por el volumen de lotes. Son 2.614, lo nunca visto en esta ciudad. Tal vez no se pagarán cifras millonarias, de esas que hacen que del arte solo se hable en televisión por el precio que se ha pagado por un cuadro. Pero durante tres tardes Barcelona será la capital europea de un microcosmos bien singular, en el que cohabitan anticuarioscoleccionistas, inversores y una constelación de particulares que esperan encontrar por fin esa pieza que tanto buscaban.

Las dimensiones inusuales de la subasta que hoy da comienzo en la sala Balclis tienen una razón de ser que la hace irrepetible a corto plazo. Mañana, segunda jornada de pujas, sale a la venta el fondo completo de uno de los anticuarios más importantes del sur de Europa, Las Meninas, una conocida tienda de la zona más noble del Eixample de Barcelona, que cerró sus puertas y planteó así la incógnita de qué hacer con su enorme catálogo de muebles de época. La venta convencional pieza a pieza se descartó por laboriosa y larga, en favor de un remedio más inmediato y audaz: subasta a, perdón por la expresión, precios de salida en muchos casos bastante Ikea. «Escritorio alemán de nogal, con marquetería de maderas finas, de finales del siglo XIX, 550 euros». Con ofertas así, reconocen algunos anticuarios de Barcelona, la subasta ha despertado interés en el extranjero. La puja -dicen- promete ser una partida de póquer de alta tensión psicológica. La sala de subastas, por supuesto, ha puesto también mucho de su parte. Ha publicado el catálogo en inglés, alemán y español. El caso es que estos últimos días las visitas a la galería han sido constantes. No han faltado posibles compradores llegados de Moscú, Berlín y Londres, por ejemplo. Este es un ir y venir de gente que, en una ciudad habituada ya a contar los turistas por millones, es imperceptible, de acuerdo, pero que ni que sea por una vez merece ser analizado.

La revolución de internet

«Habitualmente, un 70% de las piezas que subastamos suelen quedarse en Barcelona y el resto son adquiridas desde el extranjero», explica Enric Carranco, responsable de la colección de pintura de Balclis. «Otra cosa distinta son los precios que se pagan por los lotes. Desde ese punto de vista, un 50% de la facturación proviene de pujas realizadas desde otros países», añade. Vamos, que lo mejor, si es que el precio es el criterio, termina en otros países. A ello ha contribuido, y mucho, internet, que en este negocio ha sido tan importante como la invención de la rueda. Antes era posible pujar en una subasta en Barcelona y, al cabo de pocos días, revender la pieza en Estados Unidos con un sustancioso beneficio de por medio. Hoy en día las piezas cotizan al alza o a la baja como en una coreografía perfectamente sincronizada. Hay un único mercado mundial de subasta y durante tres días Barcelona será una de sus capitales, por una parte porque el fondo de piezas de la galería de antigüedades de Las Meninas ha hecho que el catálogo, dividido en dos tomos, sume un total de 330 páginas, y por otra, porque a poco que se hojee es posible dar con unas cuantas rarezas que merecen una mención especial.

El lote con el precio de salida más alto, 90.000 euros, es un hermoso cuadro de Santiago Rusiñol. Tiene una luz muy especial, cierto, pero no es lo que más sorprende del catálogo. Lo chocante es cómo conviven a escasos metros de distancia un escritorio japonés de estilo namban del siglo XVII (4.000 euros) y una colección de figuritas de los Beatles, que lógicamente no son una antigüedad, pero que han terminado por hacerse un hueco en el negocio de las subastas, y la prueba de ello es su precio de salida, 40.000 euros, 10 veces más que la filigrana nipona. ¿Por qué? Porque los gustos son muy veletas. Sin ir más lejos, las sillas y lámparas de los 60 terminaban hace pocos años en el contenedor de la basura y hoy se paga por ellas más que si fueran nuevas. «Dicen que no hay nada más pasado de moda que la moda del año pasado», explica Jordi Carreras, experto en antigüedades  de la sala Balclis. Es un punto de vista a tener en cuenta por si hay que ir a pujar.