Análisis

El valor de una firma

El valor de una firma_MEDIA_1

El valor de una firma_MEDIA_1

DAVID TORRAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando regresó al Barça para sentarse en el banquillo, Johan Cruyff dio un salto en el evangelio azulgrana y pasó de  Profeta del gol a ser directamente Dios . Así le llamaban en secreto los jugadores porque lo sabía y lo veía todo, y así le siguen llamando hoy cuando recuerdan aquellos tiempos y la vieja ocurrencia de alguno de colocar reclinatorios en el vestuario en lugar de bancos para escuchar la palabra del señor.

A menudo, siguiendo el simil religioso, periodísticamente se juega con las iniciales de Cruyff para representar el cambio que vivió el club con su llegada. Se habla de antes y después de J.C., tal que fuera Jesucristo. Y, por supuesto, por más que corra el tiempo y su figura haya desaparecido de la primera línea, la legión de feligreses, lejos de desaparecer se mantiene fiel a un ideario que va mucho más allá de un estilo de juego y que tiene mucho que ver con la ciega mitomanía que despiertan los más grandes. Así hay quien luce las zapatillas de su marca no por una cuestión de gusto sino más bien por militancia, de la misma manera que algunos nunca se calzarán unas Cruyff precisamente por esa etiqueta. Allá ellos y sus fobias.

Jan Freese, un entrenador holandés ligado durante muchos años a la natación española, cuenta que un día Cruyff entró en su tienda de arte de la Plaça del Pi y le pagó las compras con un talón. En cuanto Johan se marchó, un cliente que estaba esperando le preguntó: «¿Qué va a hacer con el talón?». «Pues cobrarlo». Pero no lo hizo. Se lo compró allí mismo por el doble. Cuando Cruyff volvió otro día, Freese le explicó la anécdota: «Así que hoy no voy a cobrarte, me dolería la barriga». «No te preocupes», le respondió Johan, «creo que nunca me han cobrado un talón de menos de 5.000 pesetas». Cómo un personaje así no va a tener un museo. Y en Barcelona. Y en el 2014.