LA SUPERVIVENCIA DE UN ESTABLECIMIENTO HISTÓRICO

Los retratistas de Sants

El fotógrafo 8 Francesc Tàpia, ayer, en el antiguo establecimiento del barrio de Sants.

El fotógrafo 8 Francesc Tàpia, ayer, en el antiguo establecimiento del barrio de Sants.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Fotografia Daguerre, ubicada en Sants, 78, al lado de la calle de Alcolea, es el estudio de retratos más antiguo de Barcelona y uno de los tres supervivientes de la Europa de principios de siglo XX. Los otros dos son venerados en París y en Berlín, pero en la capital catalana Daguerre se enfrenta al devorador monstruo que cierra históricas tiendas con la extinción de los contratos de arrendamiento de locales de negocio de renta antigua.

Francesc Tàpia y su hermano están en negociaciones para alcanzar un acuerdo con los propietarios de la finca y poder seguir con esa tienda tan especial, que mantiene dos sillas para atender a los clientes delante del mostrador, un paragüero-cenicero de cuando aún se podía encender un cigarrillo dentro de la tienda, un cartel donde se anuncia una oferta para revelar carretes y una centenaria cámara de madera.

Tradiciones perdidas

«Si nos suben mucho el alquiler, el 1 de enero del 2015 tendremos que cerrar. Llegamos justito», reconoce el propietario de Fotografia Daguerre, llamada así en honor al inventor francés, pintor de decorados teatrales y pionero de la fotografía fallecido en 1851. Pero no lo dan por perdido, y menos desde ayer tarde cuando recibieron la placa de la Comissió de la Memòria Històrica, a petición de Fotoconnexió, una asociación que trabaja para promover la conservación y la investigación de la fotografía patrimonial. «La placa es un reconocimiento a la labor de nuestro abuelo, Martí Bonet, y nuestros padres, Joana Bonet y Francesc Tàpia, que han ayudado a documentar la vida del barrio», explica Tàpia.

Sus retratos son testigos de tradiciones ya perdidas, como cuando los padres llevaban a los hijos con sus vestidos de domingo antes de ir a bendecir la palma, las bandas de música editaban calendarios con fotos de estudio y las novias se iban a fotografiar con focos para que sus prometidos distanciados por la larga mili las vieran bien guapas. «Nuestra especialidad han sido las bodas. En los años 40 y 50, los novios venían areglados antes de la ceremonia. Esa era la costumbre», asegura.

Ayer fue una jornada completa. Al terminar el acto, los dos hermanos fueron al Arxiu Municipal del Districte de Sants-Montjuïc para inaugurar la exposición itinerante El Daguerre de Sants. Memòria d'un barri, que se exhibe hasta el 20 de marzo. En el piso de arriba, se conserva el viejo estudio que nació al estilo parisino como un invernáculo recubierto de cristales para que entrara la luz. Cuando, la red eléctrica llegó a la casa, el fotógrafo Bonet compró una máquina de luz continua que se encuentra en lo que ellos llaman el cuarto oscuro. Parece salido del castillo de Frankenstein. «Si la encendemos, salen chispas», advierte.

El estudio familiar lo fundó Martí Bonet en 1916 en la entonces llamada carretera de Sants. Prosiguieron sus padres. «Mi madre trabajaba de retocadora de fotos con mi abuelo, que empezó a perder la vista y ya no podía enfocar bien. Entonces mi padre se especializó en la técnica fotográfica y el peso del local pasó a mis padres», cuenta el nieto de Martí Bonet.

La historia del abuelo está directamente ligada a la evolución del barrio de Sants, que en se produjo a mitad del siglo XIX, cuando se instalaron los grandes vapores, se construyó la línea ferroviaria, y la carretera de Sants pasó a alojar muchos establecimientos comerciales que huían de los impuestos de Barcelona. En un estudio universitario titulado El vedutisme terrassenc o la mirada endògena, se cita a Bonet, que antes de abrir el estudio de Sants tuvo dos establecimientos de fotografía en Terrasa. «Además trabajaba en los ferrocarriles de Terrassa y en 1915 se marchó a Barcelona porque lo fichó la Compañía de Ferrocarriles Madrid-Zaragoza-Alicante».