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La piqueta respeta la última huella del Festival de Cine de Barcelona

De aquel certamen lamentablemente fallido resta en la ciudad un mármol reivindicativo firmado por cineastas de renombre

El 'Manifest de Barcelona', en el suelo de la rambla de Catalunya, el pasado agosto.

El 'Manifest de Barcelona', en el suelo de la rambla de Catalunya, el pasado agosto. / periodico

Carles Cols

Carles Cols

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Las obras de reasfaltado del paseo peatonal de la rambla de Catalunya a punto han estado de borrar la que tal vez sea la última huella física del Festival de Cine de Barcelona, una experiencia de vida corta pero intensa con la que la ciudad pretendió a finales de los años 80 tratar de tú a tú a CannesSan Sebastián y Berlín, tres capitales indiscutibles del séptimo arte en Europa. El festival murió a los cuatro años de edad. Fue un pésame muy sentido porque la criatura apuntaba maneras. En el pavimento de la rambla de Catalunya ha sobrevivido durante un cuarto de siglo una prueba de ello. Era una placa en recuerdo de lo que fue bautizado como el 'Manifest de Barcelona', un texto suscrito por unos 500 cineastas de fama internacional (Fellini, Scorsese, Allen, Bertolucci, Bogdanovich...) en contra de la manipulación de las películas (coloreado, cambio de formato para su pase por televisión...) tan en boga en aquellos años. Aquella pieza circular de mármol no está hoy ahí. La tan barcelonesa tradición de desdibujar su pasado en nombre de la modernidad hacía temer lo peor. El ayuntamiento y el área de Hábitat Urbano del teniente de alcalde Antoni Vives aseguran que no hay margen para el suspense. «Se restaurará y devolverá a su lugar», dice una portavoz municipal.

Aquel fue un festival fallido, pero no fue un festival cualquiera. Quim Casas, entonces subdirector del certamen, recuerda que fue atrevido e innovador: «Fue el primero en premiar en metálico a los directores ganadores». Se concedían premios en ecus, antecesores de los actuales euros. Algunos directores financiaron así parte de sus siguientes proyectos. Eso ya era llamativo. Pero lo tal vez más destacable era su incansable voluntad de sorprender, fruto probablemente de que entonces, antes de la celebración de los Juegos Olímpicos, Barcelona era el patito feo de los destinos turísticos del mundo. La ciudad no tenía ningún glamur y la dirección del festival se propuso crearlo, ni que fuera de forma tan efímera como la de la corta vida de un decorado de cine.

>>Lea la información completa sobre la pieza circular de mármol en memoria del 'Manifest de Barcelona' en e-Periódico