SECTOR EN AUGE EN LA CAPITAL CATALANA

Un paraíso cervecero

Difícil elección 8 Vista parcial de los 30 tiradores que coronan el BierCaB, ayer.

Difícil elección 8 Vista parcial de los 30 tiradores que coronan el BierCaB, ayer.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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El cazacervezas es conocido en este líquido mundillo como un catador infatigable que casi nunca repite, puesto que el máximo afán es descubrir y coleccionarlas en el paladar. Una especie en expansión que encontrará un paraíso en la nueva cervecería que acaba de levantar la persiana en el Eixample (Muntaner, 55) con el tentador récord (en España) de ofrecer 30 tiradores de cerveza artesanal y fresca, ante los que decidirse llega a ser doloroso. BierCaB viene a ser el broche urbano y catedrático a la eclosión cervecera con mayúsculas que vive Catalunya, con más de 110 productores artesanos.

Llegados a la impactante barra, ¿cómo elegir entre lo que definen como una sinfonía de malta y lúpulo «diferente y deliciosa»? Como primera y esencial ayuda, Manolo Baltasar, uno de los cuatro socios, ejerce de director de orquesta dándole al grifo con pedagogía incluida, apoyado con otros profesionales del chorro dorado. Como comodín, encontrarán una pantalla importada de EEUU, donde consultar qué brota de cada barril a diario, en qué medidas y precios se sirve, con qué graduación y en qué recipiente se dispensa. La oferta fresca (joven) se renueva a diario para que el forofo no se canse de  probar, y el curioso descubra que la cerveza con apenas unos días de vida sabe a años luz de la industrial.

Sven Bosch es el vértice más visible de esa espumosa sociedad. Curtido en su cervecería The Drunk Monk de Mataró, número uno en algunos rankings internacionales, dice que no se ha cortado a la hora de seleccionar «las mejores». O sea, que no hay patriotismos que le valgan a la hora de degustar una birra, por lo que las catalanas ocupan una honrosa proporción de la carta, pero conviven felizmente con barriles importados de EEUU, Bélgica, Alemania, Suecia, Noruega... La casa las trae en bolsas envasadas al vacío para preservarlas al máximo y para que vayan directas al vaso con su propio CO2 y sin añadidos. Un bálsamo para los que odian el exceso de gas en su estómago.

El culto a esta alquimia, capaz de jugar con lúpulos y maltas hasta dar mil sabores y matices, se practica a nivel de surtidor -con el mínimo tiempo entre la fermentación y el viaje al vaso-, donde siempre hay en jaque un mínimo de cinco nacionalidades, o bien en botella, con más de 200 referencias de hasta 14 años.

Hasta 40 grados

«Hay todo un abanico de sabores por descubrir», cuenta Sven, desde las que incluyen pimienta o semillas de mostaza, a las destiladas hasta ser un potente licor de más de 40 grados. En la misma proporción, en su carta pueden encontrarse desde cañas de 30 centilitros a 2,5 euros, servidas al punto, hasta botellas grandes para compartir con añada y precios de dos cifras. Una de las enseñas es la marca que elabora uno de los asociados en cooperativa, Naparbier (con diversas variedades llegadas de Pamplona), donde también se produce la rubia que lleva el nombre del bar, de ligera graduación y un mar de sabor.

El reto de que el negocio no sea una taberna más pasa también por el paladar. Por eso ficharon a Sergio Ruiz (laureado chef del Hotel Melià Barcelona) para dirigir la propuesta y a otros primeros espadas que ejecutan a la vista desde bravas propias a hamburguesas de wagyu, ceviches, terrinas de foie... y un reversionado surtido de bocatas donde se adivina la procedencia de los socios y Andalucía se cuela por vía de uno de ellos, Gabriel Bocanegra, reconocido importador que montará megadegustaciones centradas en un productor.