Nuevo tesoro en las obras de la futura estación del AVE

'Villa Sagrera' acrecienta su gloria con una testa del diosecillo Sileno

La cabeza de Sileno, aún pendiente de una limpieza más a fondo, ayer, en el Palau de la Virreina.

La cabeza de Sileno, aún pendiente de una limpieza más a fondo, ayer, en el Palau de la Virreina.

CARLES COLS
BARCELONA

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Como dijo Horacio, «'Nunc est bibendum!'», en traducción literal «es la hora de beber», es el momento de un brindis por el nuevo tesoro que surge de las arcillas de 'Villa Sagrera', nada menos esta vez que la cabeza de Sileno, el diosecillo griego de las  melopeas, patriarca de la familia de los sátiros y, según la leyenda, capaz de alcanzar las cimas de la sabiduría cuanto más cerca estaba del coma etílico. El pasado julio, los arqueólogos hallaron a unos cuantos metros, en la misma excavación, una hermosa cabeza de Dioniso, dios del vino. Ahora asoma su cara de cogorza Sileno. A estas alturas resulta ya indiscutible que cuando en el verano del 2011 fue descubierto ese yacimiento, el menosprecio con el que fue tratado porque por ahí tiene que pasar el progreso del AVE fue un error de paleto. Una de las primeras voces que se alzó entonces en contra de ese disparate fue la de la catedrática de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Isabel Rodà. Ayer estaba exultante al lado de Sileno.

De momento, a falta de análisis más pacientes, se atrevió con algunas conjeturas. «Parece mármol procedente de las islas griegas». Con un ojo entrecerrado, Sileno, exhibido sobre una mesa en el Palau de la Virreina, parecía expresar su aprobación a la tesis de Rodà con un guiño. «Pudo formar parte de la misma composición escultórica en la que destacaba Dioniso», añadió muy cauta. Fue más rotunda en cambio en concluir que el personaje recién hallado es Sileno, habitualmente representado como un anciano regordete e indiscutiblemente ebrio, y en subrayar que cada nuevo tesoro que recupera en 'Villa Sagrera' confirma que aquello fue en su tiempo una extraordinaria explotación vitivinícola, rica más por la cantidad de litros que producía que por la calidad, pues el vino layetano, como el que exportaba en ánforas selladas con su nombre el 'catalán' Marcus Porcius, era un caldo tabernario destinado a las tropas fortificadas en Germania y la Galia. El envase de la ánforas, por cierto, no era retornable, puntualiza Rodà por eso de que el saber no ocupa lugar.

LA PLÁCIDA RETAGUARDIA / Había mucha frontera que defender, muchas tierras por conquistar, en resumen, mucha tropa que enardecer, así que fincas como 'Villa Sagrera', en la plácida retaguardia, crecieron saludablemente. En el yacimiento han aparecido de momento seis prensas, que no es poco, un mosaico envidiable, las dos testas de deidades y el fragmento de una inscripción de la que en breve, según explicó ayer el concejal de Cultura, Jaume Ciurana, se publicarán las conclusiones extraídas, pero que al parecer revela que los propietarios de aquella excepcional finca fueron en tiempos de Augusto un esclavo que obtuvo su libertad y una mujer nacida libre de la que solo se conserva la parte final de su nombre, ....tana.

¡Qué lástima no conocer el nombre completo!, más que nada porque Marcial dejó escrito un epigrama sobre cómo beber en honor a la mujer amada. «Por Laevia hay que tomar seis copas, siete por Justina y cinco por Lycas...» Vamos, que el pillo de Marcial proponía vaciar la copa una vez por cada letra que tenía el nombre de la homenajeada. Así pudo suceder en 'Villa Sagrera', en presencia de un Sileno importado de un taller de las islas griegas y del que de momento solo ha aparecido la cabeza, pero que cualquier día de estos le da un susto a los arqueólogos y tal vez se asoma a la superficie tras casi 2.000 años bajo tierra su aparato genital, pues, aunque no siempre, la estirpe de los sátiros era representada a menudo con un falo que empequeñece el concepto freudiano de la envidia del pene.

Tampoco hay que desdeñar la aparición de otras tallas escultóricas, pues era común también que Sileno, de tan borracho, fuera representado en compañía de otros sátiros que le mantenían en pie o a lomos de un burro en precario equilibrio.

El destino de las dos cabezas, tras su examen científico y académico, está aún por decidir, explicó Ciurana. El propósito inicial es cierto que era devolver todo lo hallado al barrio de La Sagrera, exhibirlo por ejemplo en el edificio municipal de la Torre del Fang, pero el mosaico enterito no cabe. Lo que debería ser incuestionable es que Dioniso y Sileno vayan donde vayan deben compartir sala de exhibición, ya que en la antigüedad fueron colegas casi inseparables, salvo por los meses en que el diosecillo de la curda pasó esclavizado por Polifemo y los 10 días con sus 10 noches de parranda que aseguran los textos clásicos que se corrió en compañía del rey Midas. Tres 'hips' por Villa Sagrera, por favor. 'Hips, hips, hips'.