ANIVERSARIO

El recuerdo de la gran nevada que sumió a BCN en un doble y congelado silencio cumple 50 años

Medio metro de copos atenazaron durante días a una capital sin recursos y bajo el yugo franquista

La plaza de Catalunya cubierta de nieve el día de Navidad de 1962.

La plaza de Catalunya cubierta de nieve el día de Navidad de 1962.

RAMON COMORERA / Barcelona

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Una genuina nevada del siglo sepultó en1962la capital catalana y buena parte del país. Fue laNavidadmás blanca en mucho tiempo. Y lo sigue siendo. El recuerdo de la intensidad y larga duración, 24 horas, de esa fuerza de la naturaleza, un ímpetu meteorológico inusual en una ciudad mediterránea, cumple 50 años mañana a medianoche. Entonces como ahora, por un azar añadido al aniversario redondo, los dos festivos cayeron también en martes y miércoles. Este paréntesis laboral, las dudas iniciales sobre su alcance y la falta de medios y reflejos engendró inacción. De ella a un colapso ciudadano de muchos días solo transcurrió el silencio que acompaña a cualquier nevada. Un doble mutis, en realidad, por el yugo y la quintacolumnafranquistasque seguían y mutaban su presión sobre una sociedad más inquieta y que, en paralelo a undesarrollismoincipiente, intentaba esbozar un destape político, social y cultural.

Una Navidad muy blanca lo es más, mucho más, si ocurre en tierras meridionales. Es el triunfo del estereotipo opuesto, septentrional, una paradoja ante el templado origen bíblico y palestino de la celebración. La larga comida familiar del 62 acabó con los centímetros de nieve en plena escalada. Y sin nada más en las calles, ni personas (miles de ellas no pudieron volver a sus casas),tranvías, autobuses, coches o taxis. Ni tampoco, claro está, servicios públicos que con quitanieves o esparciendo sal atacaran una situación que se consolidaría como el hielo. Los tres primeros días, la temperatura media de Barcelona osciló entre 0,6 y 2,1 grados bajo cero.

Inacción pública

Bajo el sol radiante del día después ese panorama bucólico, insólito, generó las conocidas imágenes de esquiadores en la Gran Via o de muñecos perecederos con bufanda rodeados de un denso océano tan blanco como ellos. Pero inmediatamente también trajo la parálisis y el caos de la urbe, como ha relatado el periodista de este diario, y de otros medios en su larga carrera antes de la jubilación,Josep Maria Cadena. Con 27 años lo vivió en directo desde elDiario de Barcelona y laagencia Efe. «La ciudad no estaba preparada para aquella nevada tan importante y la posterior helada. No tenía quitanieves y se tardó en tomar medidas. Ha quedado en la memoria que conviene reaccionar con rapidez, aunque sea Navidad», dice.

La capital necesitó hasta un mes para recuperarse completamente de tantos percances por no haber actuado cuando era el momento. La ausencia de circulación motorizada y a pie, bien por el carácter festivo y hogareño de la jornada, bien por el riesgo que suponía moverse ya a partir del día 25 por la mañana, facilitó la enorme acumulación de nieve y todo lo que ello implicó después.

Con esa pesada y omnipresente costra, apenas si podían cubrirse los servicios esenciales. Los bomberos, como relata la prensa de la época al lado de obligadas y retóricas lisonjas a las autoridades, trasladaron hasta los hospitales a un centenar de embarazadas para dar a luz o bien llevaron difuntos a los cementerios. Algunos de sus vehículos, al igual que tantos otros coches particulares del menguado parque de entonces, quedaron bloqueados en las calles. Muchos turismos estaban además literalmente sepultados por la nieve añadida que se arrojaba a la vía pública desde los tejados. El aeropuerto de El Prat estuvocerrado cuatro días con 60 centímetros de nieve acumulada a tres grados bajo cero.

Llega Andreu Claret

Ante el colapso, el alcalde franquista José María Porcioles decidió recurrir a un exiliado en Andorra, amigo suyo. Llamó al polifacético Andreu Claret Casadessús (1908-2005), político vinculado a ERC que organizó la evacuación de republicanos, se exilió y recaló en Andorra donde se convirtió en un empresario especializado en comunicaciones de montaña.

Le pidió que trajera las máquinas quitanieves que explotaba con una concesión del gobierno andorrano para mantener abierto el puerto de Envalira. Claret, padre de los músicos Lluís y Gerard y del periodista Andreu, impulsor también del túnel del Cadí y medalla de honor de Barcelona, pudo con esa operación regresar a Catalunya a pesar de la oposición inicial del régimen.

Entró por la Diagonal de forma apoteósica, con Porcioles y la prensa esperándole. Lo hizo con 13 de sus 25 máquinas al final de un viaje de 24 horas en el que rescató a 3.000 vehículos por el camino. En cinco días y gracias a un inusitado viento del sur, más cálido, las calles quedaron transitables. Claret dijo a este diario en 1992 que la de Ferran fue la más difícil de recuperar porque «había decenas de coches abandonados». El experto concluyó: «Sin la bonanza se habría tardado un mes».

Barrios de montaña

El impacto de la nevada fue aún más severo en los barrios de montaña. El periodista Albert Castillón, nacido pocos días antes en el Turó de la Peira, dijo: «Mis padres me habían llevado a visitar a la familia al centro y nos tuvimos que quedar unos días con ellos porque el Turó estaba inaccesible».

En esos primeros años 60 en torno al fenómeno natural y a su epopeya ciudadana se produjeron hechos relevantes como estos: despegue deEls Setze Jutges yla Nova Cançó (1961); marchas contra Franco en Europa e inicio del Vaticano II (1962); ejecución del comunistaJulián Grimau y avance deCCOO(1963).