Los indicadores medioambientales de la conurbación barcelonesa

Los saqueadores de papel y cartón logran 1,5 millones de euros al año

Un hombre saca cajas de cartón de un contenedor de reciclaje del Ayuntamiento de Barcelona, en febrero del 2011.

Un hombre saca cajas de cartón de un contenedor de reciclaje del Ayuntamiento de Barcelona, en febrero del 2011.

CARLES COLS
BARCELONA

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En tiempos de la gran cuchipanda económica, los saqueadores de contenedores de papel y cartón eran, desde el punto de vista de muchos ciudadanos, los gorriones que se comían las migas del festín. Algo llamativo, no bucólico por supuesto, pero instrascendente. El final de la gran parranda ha cambiado el color del cristal con el que se observa la realidad. Los responsables de Medio Ambiente del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), con Assumpta Escarp al frente, presentaron ayer un primer avance de las cifras de consumo agua, generación de residuos y reciclaje de los 36 municipios de esa gran conurbación urbana. Entre muchas cifras, despunta, entre otras, precisamente esa, que un 19% del papel y cartón que los ciudadanos pacientemente depositan en los contenedores jamás llega a ser recogido por los camiones de las empresas concesionarias del servicio. Con cada vez menos nocturnidad, una red paralela de furgonetas vacía esos contenedores. Al año, ese pillaje reporta un botín anual a sus autores de 1,5 millones de euros.

Las cifras son bastante elocuentes. Hay crisis, pero el compromiso de los ciudadanos metropolitanos con el reciclaje no decae. En los iglús verdes se recogió durante todo el 2011 un 6,5% más de cristal que durante el 2010. También la recuperación de plásticos y envases creció, aunque menos, apenas un 1,2%. La recogida de materia orgánica, cenicienta habitual en esta materia, cayó levemente. El dato disonante, en cualquier caso, es el del papel y el cartón. De 126.182 toneladas en el 2010 a 101.926 en el 2011. Esas 25.000 toneladas de diferencia no son atribuibles a la caída del consumo asociada a la crisis. El oro de celulosa no está por las nubes. Por él se pagan entre 50 y 70 euros por tonelada. No es mucho, pero también es cierto que los yacimientos están ahí, a pie de calle. Basta vaciar entre seis y siete contenedores llenos para hacerse con una tonelada.

Escarp, vicepresidenta de la AMB, no quiso, en cualquier caso, darle al problema más importancia de la que merece. Reconoció que son varios los municipios del área metropolitana que han decidido perseguir esa rapiña, pero subrayó que es un caso menor al lado de los éxitos que cosechan Barcelona y su área de influencia en favor del medio ambiente.

Por ejemplo: la generación per cápita de residuos continúa el descenso que inició en el 2008. Cada día, cada ciudadano produce 1,29 kilos de basura. En el 2011, esa media se situó por debajo ya de los índices del año 2000, un éxito incuestionable, y muy por debajo también de la media europea.

No obstante, la estadística más desconcertante de cuantas maneja el área de Medio Ambiente de la AMB es la que se refiere al consumo de agua per cápita, más que nada porque desafía los parámetros de consumo aconsejable que fija la Organización Mundial de la Salud. Según ese organismo internacional, cada habitante del planeta debería consumir (no beber, sino utilizar para higiene personal, riego de plantas ornamentales y de consumo, etcétera) no menos de 100 litros de agua al día. Los países más desarrollados, lamentablemente, superan de forma exagerada esa cifra. El consumo medio doméstico en Barcelona y su entorno es singularmente bajo: 107,1 litros por persona y día.

SANT CUGAT Y BEGUES / A ese éxito, de todos modos, contribuyen de forma desigual los municipios en función de sus respectivos índices de riqueza y, sobre todo, en función de su urbanismo. Cuanto más densa es una ciudad, como Barcelona o L'Hospitalet, menos agua consume. Cuanto más espacio ocupa, más malgasta el agua. Sant Cugat del Vallès, así, sigue siendo el municipio más sediento del área metropolitana, con casi 145 litros por habitante y día. No le queda lejos Begues, con 140 litros por personas y día. Una y otra ciudad tienen, como denominador común, un idéntico crecimiento en horizontal. Con todo, el descenso en el consumo también se ha registrado en esos dos municipios. El encarecimiento del recibo del agua, en especial por los impuestos que van incluidos en esa factura, está en parte detrás de ese fenómeno.

La AMB, en cualquier caso, evita trazar una línea entre municipios buenos y malos. La diferencia -insistió ayer Escarp- radica en el modelo de crecimiento que les ha acompañado a lo largo de los últimos años. Lo importante, explicó la vicepresidenta, es que una vez superada la sequía que castigó a Catalunya entre los años 2007 y 2008 el consumo se ha mantenido en unas cifras de moderación que hay que comenzar a considerar estructurales y no coyunturales. Lo coyuntural, se supone, debe ser el saqueo de los contenedores de papel y cartón. Pero esa es ya otra historia.