a pie de calle

Una estrella, del horror al encanto

Un hombre pasa ante la puerta de un hostal ya cerrado en la calle D'en Roig, ayer.

Un hombre pasa ante la puerta de un hostal ya cerrado en la calle D'en Roig, ayer.

EDWIN WINKELS

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Solemos aquí, en Barcelona en general, en los ámbitos de turismo y también en este diario, hablar más de los hoteles de renombre de la ciudad, los más llamativos, por su lujo o aspecto, que de las pensiones u hostales de una estrella, o de dos. Estos últimos ni los conocemos, apenas, a no ser que tengamos uno en la calle. Llaman amigos de fuera y preguntan dónde pueden dormir en la ciudad por un precio no muy elevado, y nos damos cuenta que conocemos los Majestic, Arts, o Vela (bueno, el W, pero nadie lo dice), aunque jamás hayamos pernoctado ahí ni nos lo podremos permitir nunca.

El propio sector opina que esos establecimientos de cuatro y cinco estrellas son «fundamental para la buena salud hotelera de la ciudad». Y por eso, supongo, escribimos de ellos, de sus inauguraciones, de sus jornadas de lujo accesibles, de sus fiestas. Por eso, también, en los últimos 20 años el segmento de cuatro estrellas ha crecido del 25% al 39% del total de todos los hoteles en Barcelona. Es mucho más del 21% que hay de hoteles de una y dos estrellas. En número de habitaciones, la diferencia es aún mucho mayor.

Hostal en la Rambla

3 Además, si no quieres enfadar al amigo de fuera, le sugieres cosas conocidas, pese a que sean más o menos caras. Ni pensar mandarle a una pensión que resulta una pesadilla, que las hay. Cada año, por enero, la web de viajeros Tripadvisor publicaba la lista de los «10 hoteles más sucios» por continente, según las valoraciones de esos viajeros, que son muchísimos. Este año, sin embargo, ha dejado de hacerlo. Tripadvisor quiere «enfocar la parte positiva», según decían sus responsables. Además, alguna querella solía caer por parte de un hotelero enfurecido por encabezar esa lista nefasta.

En Europa, Londres y Ámsterdam siempre copaban los primeros puestos de hoteles más guarros. Pero en Barcelona hay algunos que tampoco se libran de adjetivos horrendos de sus huéspedes. En la parte más baja de las clasificaciones en Barcelona se encuentran un hostal de Urquinaona («la cama sucia, el recepcionista en pijama y descalzo») y otro en el Raval, en la calle D'en Roig: «Totalmente insalubre», «habitaciones sin ventanas». Tal vez por eso ya cerró. Pero la palma se la lleva una pensión en la Rambla; no diré nombres. En sus críticas, 22 de los 38 viajeros que opinan le dan un «pésimo», con frases como «decadente, ambiente de tugurio prostibulario, un horror», «es como dormir en la calle», «el suelo era más sucio que las calles de Barcelona», etcétera. Aunque hay otros que dicen: «¿Qué más quieres por tan poco dinero? Los hay peores». Entro, y dos mochileros cogen una habitación por 30 euros. Es eso: depende de qué espera cada uno por ese precio. Además, la categoría no lo dice todo. Hay otros de una o dos estrellas que son muy elogiados por los viajeros. Un hostal dos estrellas, L'Antic Espai, en la Gran Via, ocupa incluso el octavo lugar en elranking de más de 500 hoteles en Barcelona. «Un encanto», escribe uno.