Análisis
Crisis, barracas y estrategias de supervivencia
Miguel Pajares
Antropólogo social (Universidad de Barcelona). Presidente de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat
MIGUEL PAJARES
Cuanto más se prolonga en el tiempo la crisis económica, mayor es el número de personas que cae en situaciones de indigencia y exclusión social. El barraquismo que se ha establecido en Poblenou, junto al 22@, nos muestra una realidad protagonizada principalmente por inmigrantes, pero por toda la geografía catalana y española son muchas las personas, sin distingos de nacionalidad, que cada día se suman a la funesta estadística de la pobreza.
Crece el número de los que requieren ayudas sociales y, además, cambia su perfil, de forma que aumenta la población autóctona en situaciones de exclusión en las que antes dominaba la inmigrada. Ello ocurre, por otra parte, en un contexto de recortes presupuestarios en el que cada vez se dedica menos dinero a la acción social. Las ONG, por ejemplo, se están viendo obligadas a reducir sus estructuras y sus actuaciones, justo en el momento en el que mayor es la demanda que reciben.
Dicho ya que actual incremento de pobreza afecta tanto a autóctonos como a inmigrados, conviene también señalar que les afecta en diferente proporción, un aspecto que explica que se den brotes de exclusión extrema, como los de Poblenou, en los que la mayoría de los afectados son personas inmigradas. Como botón de muestra recurriremos a la estadística del desempleo: la última tasa de paro dada por el INE es del 22,9%, pero desglosada entre españoles y extranjeros, la de los primeros es del 20,7% y la de los segundos del 34,8%. Esto por lo que se refiere a España, pero los datos de Catalunya aún son más extremos, ya que aquí la tasa de paro de los españoles es del 16,7%, mientras que la de los extranjeros es del 37,5%. Aquí, más que en ningún otro sitio, los inmigrantes se están llevando la peor parte.
La respuesta que las personas inmigradas dan a la pérdida del empleo es variada. Algunos se están volviendo a sus países de origen o eligiendo otros destinos, pero estos son solo una minoría (y no cabe esperar otra cosa: no habrá un retorno masivo por muy mal que se pongan aquí las cosas); los más recurren a estrategias de supervivencia, en las que lo más importante es la ayuda mutua entre familiares. Y estrategia de supervivencia es también la del grupo de personas que se hacina en los solares y naves de Poblenou, la mayoría de las cuales se está ganando la vida recogiendo chatarra, e incluso continúa enviando transferencias a sus familias.
Intervenir
Es urgente, sin duda, la intervención de las instituciones públicas para evitar que la situación que ahí se da degenere en graves problemas. Pero no una intervención policial, que sería del todo inútil y empeoraría las cosas; como tampoco sirve de nada la invitación al retorno, que la inmensa mayoría de los afectados no atenderá por muchas que sean las facilidades que se les ofrezcan; lo que se necesita es dedicar recursos sociales para ir reconduciendo a los afectados, aunque sea lentamente, hacia otros escenarios, al tiempo que se mitigan extremos como la suciedad y la carencia de recursos básicos.
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