Patrimonio económico y sentimental de la ciudad

Plan para preservar los comercios más emblemáticos de Barcelona

Interior del Xampanyet, bar de visita obligada en el Born, esta semana.

Interior del Xampanyet, bar de visita obligada en el Born, esta semana.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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las lentejas de la familia Sala han alimentado a generaciones de barceloneses; las velas de la cerería Subirà, fundada en 1761, han alumbrado millones de anónimas vidas; al calor del London Bar se han fraguado durante un siglo tantas tertulias como parejas; el cartón piedra de El Ingenio suma más de 150 años de sonrisas aptas para todos los públicos, por no hablar de todas las digestiones y corrillos que ha albergado Can Culleretes desde 1786, el restaurante más antiguo de Barcelona. Como ellos, otros muchos establecimientos sobreviven por puro empeño vocacional heredado o contra los molinos de viento de la crisis, con la incertidumbre de que un cierre borre de un plumazo parte de la historia real y sentimental de Barcelona. Por eso, tras la movilización de parte de los empresarios de tiendas emblemáticas, comienza a tomar forma un plan para ayudar a su preservación, que ha ido precedido de una radiografía pormenorizada del comercio más singular de la ciudad.

La investigación realizada en los últimos meses revela que son unos 400 los establecimientos singulares y valiosos por distintas razones. De entre ellos, hay untopde 113 que por su historia (propia y ligada a la ciudad) y por su arquitectura se han convertido en tiendas emblemáticas «de referencia», explica a este diario el concejal de Comercio, Raimon Blasi.

La Associació d'Establiments Emblemàtics se creó hace un año, con unos 40 integrantes, para defender su protección y su especificidad. Las distintas administraciones ligadas al comercio (desde el ayuntamiento hasta Comerç, las principales entidades de comerciantes, el Consell de Gremis, Pimec Comerç, los grupos municipales -el PP ha sido uno de los motores- y otros representantes) se pusieron manos a la obra para tratar de favorecer su supervivencia. De fondo, latía la mayor amenaza, el fin de los arrendamientos antiguos en el 2014 y la nueva regulación que puede poner contra la espada y la pared a muchos comerciantes. Calculan que en una década se han cerrado unas 40 tiendas con carácter.

TERCIO EN RIESGO / De momento, detalla Blasi, se ha estudiado a fondo la situación de los 113 más representativos, con el resultado de que aproximadamente un 30% están explotados por los propietarios del inmueble, lo que supone que no están en peligro; otro 35% están alquilados pero con contratos actualizados, mientras que hay otro idéntico porcentaje sí afectado por la LAU, cuyo futuro sería más incierto.

Todo ello sin contar las propias circunstancias empresariales o personales que, agudizadas por la crisis, puedan abocar a un cierre a corto plazo, como sucede con tantos y tantos comercios de barrio de Barcelona, como informó EL PERIÓDICO el pasado día 13.

DIFUSIÓN Y MEDIACIÓN / A falta del acuerdo final entre instituciones y entidades para impulsar acciones conjuntas, el ayuntamiento ya tiene claros algunos de los pilares. La idea de fondo es «no perder la calidad ni la singularidad que suponen un plus al comercio de la ciudad y lo diferencian de otras urbes», dice el edil, que aboga por «mantener la identidad». La crisis no permite pagar ayudas, pero sí colaborar en campañas. Uno de los pasos a dar será difundir estos comercios y sus méritos, a veces ligados a lo artesanal, para favorecer su visita entre la ciudadanía y el turismo. También se llevará a cabo un plan de protección de fachadas y elementos singulares. Entre las ayudas figurará la mediación entre propietarios y alquilados para favorecer la renovación de los contratos, así como las ayudas para que los negocios que se hayan podido quedar atrás (no en estética sino en gestión) se modernicen a nivel de promoción y explotación. La crisis, agrega Blasi, abre también una puerta a favorecer el relevo generacional, durante años desinteresado en una profesión muy sacrificada.

PUNTOS DE ENCUENTRO / Lo sabe Joan Carles Ninou, al pie del cañón en el célebre Xampanyet, con dudas sobre si sus hijas darán continuidad a la saga tras la barra. La bodega abrió en 1872 y pasó a manos de su familia en 1929. Se llamaba Casa Esteve, pero como no había rótulo y en los 60 arrasaron con el vino gasificado, empezó a ser conocida como el Xampanyet hasta que el nombre fue obligado. Se les acaba contrato en un año. ¿Hay miedo? Confían en negociar y en seguir llenando, sobre todo los fines de semana con barceloneses. «El turista no busca este tipo de tapa», argumenta. Porque lo suyo son más las conservas y embutidos.

Los Ninou están en el ojo del huracán, esa Ciutat Vella repleta de joyas. Por eso allí se fraguó la asociación de emblemáticos, representando a los negocios afectados por la LAU, con La Colmena, Subirà y otros a la cabeza. «No pedimos dinero, sino deferencias especiales e incentivos», explica su portavoz, Alberto Mejías, que sueña con salvar la historia de los mejores mostradores locales. Más de 200 establecimientos quieren alinearse, aunque el criterio no es universal en el sector. ¿Cuándo se es emblemático? El estudio ha tratado de distinguir categorías y valores, pero cualquiera de ellos merece una visita. Y una compra.