SECUELAS DE LA RESOLUCIÓN DE UN HOMICIDIO EN ESPLUGUES DE LLOBREGAT

Se busca a 20 víctimas

El detenido, en una lectura.

El detenido, en una lectura.

ANTONIO BAQUERO / BARCELONA
MAYKA NAVARRO / MADRID

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Nada es habitual en la investigación de la muerte de Crispin Scott, el joven estadounidense de 20 años que murió de una intoxicación provocada por el cóctel de barbitúricos que un hombre le proporcionó para dormirle y abusar sexualmente de él. Lo menos habitual de todo es ese hombre: Óscar Vicente Castro Cedeño, el ecuatoriano de 41 años que presuntamente le causó la muerte. Con su detención, los Mossos han descubierto no solo el perfil de un posible violador en serie, sino también las fotos de otras 20 presuntas víctimas de las que se desconoce su identidad y que, por razones de salud, deben ser localizadas cuanto antes.

Fuentes al tanto de las investigaciones explicaron a este diario que durante el registro de su casa en Esplugues los agentes encontraron un centenar largo de fotografías de 20 jóvenes a los que había dejado inconscientes y que en todos los casos mostraban señales de haber sido agredidos sexualmente.

Ninguna fotografía era aleatoria. Todas aquellas imágenes habían sido tomadas en base a un mismo patrón: la víctima vestida, la víctima desnuda de cintura para abajo, la víctima desnuda de cintura para arriba. Cada serie culminaba con una imagen del agresor violando a su víctima. Por perverso que parezca, él mismo fotografiaba la escena, pero evitando que apareciera su rostro.

Imágenes en papel

Algo que desconcertó a los agentes es que muchas de esas fotografías estaban impresas en papel y no ocultas, como otras, en el ordenador. En todos los casos se trataba de adultos veinteañeros y raza blanca. Los Mossos trabajan para localizar a esas personas. Tratan de determinar si fueron drogadas contra su voluntad para dormirlas y agredirlas sexualmente o si lo ocurrido fue una relación consentida en que o bien se simulaba estar inconsciente para hacer las fotos, o se dio permiso al detenido para dormirles y retratarles. Algo extraño.

Pero sobre todo, los mossos quieren localizar a esas personas porque el detenido es portador del VIH, y alguna de sus víctimas puede desconocer que ha sido contagiada. Por el momento, los agentes solo han podido localizar a un joven que en el 2009 denunció a Castro por haberle violado después de haberle dormido sin su consentimiento. En su momento, el caso se archivó porque era la palabra de uno contra el otro.

A los investigadores les deconcertó la gran cantidad de estampas de santos y vírgenes que había en la casa. El detenido llegó a pedir llevarse algunas cuando fue detenido. Ya en el calabozo, se puso muy nervioso y pidió tranquilizantes. Los investigadores han establecido el modo en que el detenido presuntamente captaba a sus víctimas.«Pululaba por bares, allí simpatizaba con gente y los convencía para ir a tomar una copa a casa», explican fuentes al corriente de las pesquisas. Eso hizo con Crispin Scott, al que conoció en un bar de la calle de Aribau, en el Eixample.

Tertulia literaria

Los agentes registraron también la vivienda, en el mismo distrito, de la anciana que Castro cuidaba. Todo apunta a que los calmantes con los que presuntamente drogaba a sus víctimas se los robaba a esa mujer que, sin embargo, defendió a capa y espada al presunto agresor.

En realidad, Castro tenía dos vidas. La nocturna, en que se convertía en un depredador en busca de piezas débiles a las que agredir sexualmente. De día, el detenido era una persona muy activa culturalmente, con una personalidad muy seductora y que dedicaba buena parte de su tiempo a mostrar sus habilidades como fotógrafo artístico y poeta. Desde su llegada a Barcelona en el 2007, Castro empezó a frecuentar círculos y asociaciones artísticas. Así, en la web del Cercle Artístic d'Esplugues aún hay una página donde el detenido había colgado fotografías de paisajes y detalles, algunas de notable calidad.«Vino una vez. Dijo que le gustaba hacer fotos y imprimirlas en formatos de gran tamaño. Parecía un tipo con muchos proyectos», explica un miembro del colectivo.

El gran proyecto de Castro fueron las tertulias literarias Micrófono Abierto, de las que era presidente, organizando lecturas de poemas en centros culturales. En esos actos, el detenido subía al escenario a leer poemas en ocasiones con acompañamiento de guitarra.