Recrudecimiento del conflicto laboral en la empresa pública de transportes

La plantilla de TMB vota a favor de reventar el congreso estrella de BCN

Los trabajadores de metro y bus de TMB votan en masa a favor de la huelga, ayer, durante la asamblea celebrada en las cocheras de Sants.

Los trabajadores de metro y bus de TMB votan en masa a favor de la huelga, ayer, durante la asamblea celebrada en las cocheras de Sants.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Xavier Trias ya tiene encima de la mesa su primer gran problema -marrón, en el argot de la calle- desde que fuera nombrado alcalde a principios de julio del 2011. Desde la barrera, en sus ocho años como líder de la oposición, siguió los interminables conflictos laborales de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) con reposada inquietud. Ahora, con el traje de luces, el líder de CiU debe lidiar con una sonada amenaza: la plantilla de metro y bus votó ayer a favor de ir a la huelga durante los cuatro días que dura el Mobile World Congress, el encuentro económico más importante del año. Y ojo, más allá del daño a la imagen pública de la ciudad, también están los cientos de miles de barceloneses que en esas fechas, del 27 de febrero al 1 de marzo, deberán buscar alternativas a su transporte habitual.

Lo único claro, por el momento, es que los comités de empresa de metro y bus tienen la orden de la asamblea de pedir la huelga al Departament de Treball. Tienen tiempo hasta el 17 de febrero, 10 días antes del primer paro previsto. No es un detalle baladí. Y si todavía no han ido a estampar el sello es porque, en el fondo, quizás quieren aplicar ese viejo dicho sindical de que la mejor huelga es la que no se llega a realizar. La negociación está rota. Unos prometen congelar sueldo y no echar a nadie; los otros reclaman el IPC acumulado del 2011 que no han cobrado y que la compañía les detalle el montante que va a parar al bolsillo de los directivos fuera de convenio.

CAPACIDAD ORATORIA / La asamblea celebrada ayer en las cocheras de Sants podría incomodar al neófito. Si se han vivido unas cuantas se sabe que los reproches a los gestores -de ladrón para arriba-, las promesas de actuar hasta las últimas consecuencias o incluso los insultos a los políticos son habituales. Esta es una reu-

nión de compañeros como las de toda la vida: altavoz a tope de volumen, el micro pasa de unos a otros, el tema es libre y el ánimo sube y baja en función de la capacidad oratoria. Ayer, más que don de palabra, lo que había era una clara intención de trasladar a TMB que su plantilla luchará hasta el final. Aunque sea a costa de la golosa feria del móvil.

Lo que se votó ayer es solicitar la huelga para los cuatro días que dure el congreso. Lo que se hará, sin embargo, es revisar la decisión día a día, esto es, el 27 de febrero habrá manifestación y se votará si se sigue con el paro las 24 horas siguientes. Y así sucesivamente. Semejante decisión ha hecho saltar todas las alarmas en los dos lados de la plaza de Sant Jaume. El alcalde Xavier Trias, para el que ayer hubo duras, durísimas palabras, calificó la amenaza de «disparate» y lo comparó con boicotear unos Juegos Olímpicos. «Sería un grandísimo error», aseveró el líder de CiU, que no descarta mediar personalmente en la negociación.

En la misma línea se expresó su primer teniente de alcalde y presidente de TMB, Joaquim Forn: «En un contexto de una situación tan compleja no podemos entender de ninguna de las maneras la estrategia sindical y política que tiene como objetivo la subida de sueldo». El concejal admitió que no se incrementará el jornal a la plantilla, tal y como se prometió en tiempos de bonanza, y recordó que muchas empresas no solo congelan el salario sino que lo bajan de manera sustancial.

RECHAZO UNÁNIME / Assumpta Escarp (PSC), anterior máxima responsable del operador público de transporte, también hizo un llamamiento a la «responsabilidad» de los trabajadores, más ahora cuando, señaló, la compañía «intenta mantener todos los puestos de trabajo». Por parte del PP, Alberto Fernández Díaz lamentó que una medida de esta magnitud se tome «en un momento como este, en el que pierden todos: Barcelona, los barceloneses que necesitan este tipo de congresos para generar ingresos y los propios trabajadores». Jordi Portabella (ERC) no restó legitimidad a la plantilla para convocar la huelga, pero sí consideró que un paro laboral «no es lo que le conviene ahora a la capital catalana».

La asamblea dejó claro que los trabajadores de TMB no escucharán a la clase política. «Hay que parar Barcelona», dijo uno. «Hay que plantar cara de verdad», gritó otro. «Nos están dando por el culo y nos estamos dejando. ¡Hay que ir a por ellos!», clarificó el de más allá. «Me pongo el pasamontañas y voy a ir a luchar», adelantó uno más.

En la Fira de Barcelona se siguieron los acontecimientos con sudorosa calma. «Respetando las legítimas reivindicaciones sindicales, deberían hacerse todos los esfuerzos por evitar la huelga que puede tener graves repercusiones. Hay que buscar otros caminos». A estas horas, aunque no trascienda, y con tanto en juego, en ello deben estar la dirección de TMB, el ayuntamiento y la Generalitat.