a pie de calle

Una protesta a pie y en Twitter

Un vagón de la L-2 del metro en Paral·lel, vacío tras bajarse todos los pasajeros al final del trayecto, ayer.

Un vagón de la L-2 del metro en Paral·lel, vacío tras bajarse todos los pasajeros al final del trayecto, ayer.

EDWIN WINKELS

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La foto, claro, engaña. Sería el sueño húmedo de los ciudadanos que este martes, 10 de enero, se rebelan contra la vertiginosa subida de los precios del transporte público. Llevaban días llamando a una huelga de usuarios, que no es fácil en una urbe como Barcelona, donde solo en el metro ya se desplazan 1,3 millones personas un martes laborable. Por eso que ese vagón de la foto, de la L-2, no es víctima del gran éxito de esa huelga. Acaba de llegar al final del trayecto, en Paral·lel, y todos los pasajeros han bajado. Y eran bastantes. No tardaban mucho los de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) en decir que el seguimiento de la huelga era escaso, casi nulo, ya que hasta las 10 de la mañana se habrían validado incluso 3.000 billetes más en el suburbano que el lunes.

En el metro poca gente se ha enterado de la huelga. No es fácil organizar algo así casi desde el anonimato, pese a la gran potencia de las redes sociales. Seguro que miles de personas se han negado a subir al bus o al metro, o eso dicen las cifras de la página de Facebook de esta huelga, llamada tmb51, donde (a las tres de la tarde) 7.923 personas se declaran «participantes» en la iniciativa.

Pero como eso sería solo un 0,4% del total de usuarios diarios de metro, buses y trenes en el área metropolitana, es imposible hacerse notar. Por eso, este tipo de huelgas se llevan más por internet, y ya más vía Twitter que vía Facebook. Es la manera de gritar a decenas o miles de seguidores que estamos haciendo huelga, que uno ha cogido la bici para ir de Horta al Hospital Clínic y que otro va caminando el trocito que normalmente realiza en autobús. Y para que nuestros correligionarios puedan encontrarse gracias a esas redes, les colocamos a nuestros gritos unas etiquetas, como en este caso #vaga10g y #tmb51.

Esa última cifra viene en recuerdo de una más exitosa, aunque también más trágica, protesta de usuarios. Fue en 1951 cuando los barceloneses se sumaron masivamente a la «huelga de las tranvías». La desolación de la posguerra, las duras condiciones de vida, explotaron en ira masiva cuando subieron los precios del tranvía. Durante dos semanas, la gente se negó a subir al tranvía y las manifestaciones -tan prohibidas porFrancocomo una huelga- fueron reprimidas por la Guardia Civil, causando incluso varios muertos. Resultado: el gobernador civil,Eduardo Baeza Alegría, y el alcalde,Josep Maria Albert, fueron destituidos y la subida de precios, anulada.

Piquete en Poble Sec

3 Difícilmente todo eso puede pasar ahora, aunque muchas veces amigos extranjeros me preguntan cuándo explotara la sociedad española, sin trabajo, sin ingresos, sin futuro. Este martes, solo hay unas pintadas en paradas y buses («TMB nos roba»), silicona en las ranuras para validar los tíquets, y poco más. De momento, nos manifestamos aquí de manera simbólica, y por Twitter. @NGAlbertos: «Yo he hecho huelga, caminando de casa al trabajo 2,7 km». @barripoblesec: «Aunque sea poca cosa estamos contentos. Esta mañana en el piquete del metro dos personas se han dado la vuelta para sumarse a la #vaga10g». @joderquemalva: «Mañana de visitas a clientes de proximidad». @adamc5150. «Me sale más barata la gasolina para la moto una semana que la T-10». @zideva: «A pie, compartiendo coche, en moto, en tractor...» @bertaxan: «Adiós 15» (su línea de bus), «hoy caminando de Sagrada Família a Francesc Macià».