a pie de calle

Otra librería cierra en la ciudad

Manuel Martínez Bravo, ayer, en su librería.

Manuel Martínez Bravo, ayer, en su librería.

CATALINA GAYÀ

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Argumenta un teórico que en internet el 90% de los usuarios se comportan como en la vida de carne y hueso; que eltrollismoes exclusivo de un 10% de navegantes que no han entendido que los valores y los hábitos de los dos mundos (el virtual y el real) deberían ser los mismos porque los dos son construcciones humanas. Se cuela un correo entre centenares y sin saber la causa, la cronista lo lee.Manuel Martínez Bravo, bisnieto del fundador de la Librería General de Arte Martínez Pérez, cierra porque la crisis lo ha asfixiado. Este es en resumen el contenido del correo y a esta cronista -que en verdad nunca ha pisado esa librería- la noticia le deja un sabor amargo.

Un espacio cultural -otro- muere por la crisis o porque la ciudad ha cambiado tanto que esos viejos románticos amantes de la tapa dura, del disco de vinilo o del olor a viejo ya no tienen lugar en esta lógica de velocidades, alquileres desorbitados y espirales cibernéticas. El Gremi de Llibreters de Catalunya cuenta, hoy en día, con 143 librerías asociadas en Barcelona. «En los últimos 20 años han cerrado librerías emblemáticas de la ciudad. Ahora la librería es el único comercio que queda como contacto directo entre la gente y la cultura. Hemos vivido la crisis de los libros de texto; hemos afrontado los bajos índices de lectura de este país y abordaremos qué hacemos con el libro digital. Hay una nueva generación de libreros que son una esperanza para el sector», explicaba por teléfonoEduard Garrell, secretario técnico del gremio.

La librería Martínez Pérez se anuncia como «Casa fundada en 1890». AyerManuel Martínezimprimía lo que será -«si un ángel no lo remedia», se lamentaba- el último concierto de música clásica que se celebre en ese espacio de 500 metros cuadrados, divididos en librería y sala de arte. El hombre, más bien el caballero, se disculpaba y se concentraba por unos minutos en esa herramienta tecnológica que es el ordenador y la cronista -que había llegado tarde- disfrutaba del olor a madera, de esos libros que nunca caben en un bolso y en jugar a adivinar quién pisó este local. Sin dejar de mirar la pantalla,Martínezle daba un fajo de papeles: eran 110 respuestas tristes al mail que la cronista también recibió.

«Dalí-decía de repente- era cliente nuestro. Dibujó la portada de un libro que escribió el doctorBarraquer». Así daba respuesta a la adivinanza y aparecía la faceta de editor de libros de medicina deMartínez. ¿Cómo sobrevivió una librería familiar más de 121 años en Barcelona? «Por amor a la cultura». ¿Por qué muere ahora? «Porque los nietos de los que levantaron esta ciudad la están matando».

A partir de la primera semana de enero de esta librería de modernidad austera y de mueble heredado que es sello del Eixample ya no quedará nada. Era duro escuchar a este hombre decir que hasta había pensado en hacer suscripciones para salvarla. «No quiero cerrar, pero no encuentro a nadie que quiera invertir el dinero necesario para volver a tener las estanterías llenas de libros». Era entonces cuandoManuelenseñaba a esta cronista la trastienda: la sala de arte. Durante los últimos seis años este espacio impresionante ha sido el escenario de conciertos, charlas, tertulias. «Esto será un supermercado o algo así». Se despedía en la puerta, corbata puesta, mano caballerosa y con ganas de ponerse un cigarro en la boca; quizá para convertir la decepción en humo. H